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La Terapia Cognitivo-Conductual con niños

 

Por Psic. Josefa Alacio Estrada

 

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Por Psic. Josefa Alacio Estrada

La terapia cognitiva conductual se refiere a las intervenciones que tienen por objeto reducir el malestar psicológico y las conductas desadaptativas mediante la modificación de los procesos cognitivos (Kaplan et al., 1995). La TCC se basa en el supuesto subyacente de que las emociones y las conductas (lo que sentimos y lo que hacemos) constituyen en su mayor parte un producto de las cogniciones (de lo que pensamos) y de que, en consecuencia, las intervenciones cognitivo-conductuales pueden generar cambios en la forma de pensar, sentir y actuar (Kendall, 1991).

Esta terapia (TCC) requiere tener la capacidad de identificar, cuestionar y generar sistemáticamente formas alternativas de pensar. El proceso en cuestión implica cierto grado de madurez y complejidad cognitiva, asi como tener la capacidad de realizar tareas abstractas tales como contemplar los hechos desde diferentes perspectivas o bien concebir atribuciones alternativas.

En una revisión de 101 estudios de tratamientos cognitivo-conductuales arrojó que el 79% de los mismos incluía a niños menores de 10 años (Durlak et al.,1995). Aunque la TCC se ha aplicado a niños pequeños, también se ha podido comprobar que los niños menores de 9 años se benefician menos del tratamiento por contraste con niños mayores.

El meta-análisis de la terapia cognitivo conductual aplicada a niños menores de 13 años concluye que, si bien los niños de todas las edades se beneficiaron de la TCC, los niños más pequeños obtuvieron menos beneficios (Durlak et al., 1991). No queda claro si el problema es que los niños más pequeños no eran lo suficientemente maduros a nivel cognitivo como para poder llevar a cabo las tareas asociadas a la TCC o bien que el programa de intervención no estaba lo convenientemente ajustado y adaptado al nivel adecuado. El adaptar y ajustar los conceptos y las técnicas de la TCC al nivel evolutivo propio del niño podría contribuir a superar algunas de las dificultades evolutivas señaladas (Ronen, 1992).

Muchas de las tareas de la TCC requieren tener la capacidad de razonar eficazmente a propósito de cuestiones y dificultades concretas, y no tanto en relación con una modalidad de pensamiento conceptual y abstracto (Harrington et al., 1998). El nivel de las operaciones concretas dentro del desarrollo cognitivo, al cual se accede habitualmente durante la latencia (de los 7 a los 12 años aproximadamente), es más que suficiente para realizar la mayoría de las principales tareas que incluye la terapia cognitivo conductual (Verduyn, 2000).

La dificultad a la hora de trabajar con niños más pequeños estriba en cómo traducir los conceptos más abstractos a unos ejemplos y metáforas que sean sencillos, concretos y comprensibles, extraídos de la vida cotidiana del pequeño. La TCC tiene que ser divertida, interesante y atractiva, además de incluir materiales y conceptos correspondientes al nivel apropiado a la edad (Young y Brown, 1996).

Ronen (1992) brindó algunas sugerencias respecto de cómo se podían transmitir a los niños a través del juego conceptos tales como los pensamientos automáticos (“hacer algo sin pensarlo”) y los pensamientos mediatizados (“una disposición o una orden que el cerebro comunica al cuerpo”). Los pensamientos mediatizados aparecían descritos dentro de un juego con figuritas de soldados como el comandante (el cerebro) enviando órdenes a sus soldados (nuestro cuerpo). De forma similar, los pensamientos automáticos se explicaban durante el transcurso de una sesión dedicada a dibujar un río, y en la que el río podía ir a donde él quisiera ( los pensamientos automáticos) o bien cabía la posibilidad de modificar el curso del río y hacer que fuera adonde quisiera el niño (los pensamientos mediatizados).

Las metáforas pueden ser de utilidad, al ofrecer la posibilidad de describir y comprender los conceptos abstractos en unos términos concretos; por ejemplo, a un niño agresivo se le puede ayudar a pensar en su agresividad como si fuera un volcán que va cada vez a más hasta entrar en erupción, pensar en esos términos puede ayudarle al niño a analizar la forma de detener el volcán para que la erupción no llegue a la cima. De forma similar se le puede llevar a desarrollar posibles estrategias de autocontrol.

Así mismo se ha utilizado la imaginación con niños de edades tan pequeñas como los 5 años, con los que se utilizó el método de las imágenes emotivas desarrollado por Lazarus y Abramovitz (1962) con objeto de ayudarles a vencer la fobia a la oscuridad (Jackson y King et al., 1998). Las imágenes positivas de afrontamiento se utilizan como una posible forma de facilitar el desarrollo de un intenso bienestar emocional, que contrarresta las reacciones emocionales desagradables tales como la ansiedad o la agresividad. Para poder ser eficaces las imágenes positivas de afrontamiento tienen que ajustarse a la edad del niño, además de sumarse a sus intereses y fantasías ya existentes (Rosenstiel y Scott, 1997).

No existe definición como tal de las habilidades cognitivas esenciales necesarias para poder beneficiarse de una TCC, a un nivel elemental, el niño necesita tener la capacidad de acceder a sus pensamientos y poder comunicarlos; adicionalmente a esto Doherr et al. (1999) han identificado otras tres habilidades esenciales más, a saber, la capacidad de concebir atribuciones alternativas en relación con los hechos y los acontecimientos, la conciencia y el conocimiento de las diferentes emociones y la capacidad de relacionar y vincular los pensamientos y los sentimientos en distintas situaciones. Estas capacidades pueden ser evaluadas mediante una serie de medios apropiados a las distintas edades.

De acuerdo a lo revisado se puede decir que los niños de 7 años en adelante pueden beneficiarse de una terapia cognitivo-conductual; el tratamiento deberá ajustarse al nivel de desarrollo cognitivo alcanzado por el niño; la dificultad para el terapeuta estriba en traducir los conceptos abstractos en ejemplos sencillos y concretos extraídos de la vida cotidiana con los que el niño pueda establecer una relación.

 

Referencias Bibliográficas:

Pensar bien-Sentirse bien. Manual Práctico de terapia cognitivo conductual para niños y adolescentes. Edición española. Editorail Desclée De Brouwer, S. A., 2007. Bilbao.

Diplomado en terapia de lenguaje

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