Donde nace el lenguaje.
Por Jorge Negrete Camacho
Por Jorge Negrete Camacho
Se suele entender que solo existe una forma correcta de expresar el lenguaje, una que no admite desviaciones y que aísla a quienes, por alguna u otra razón, no se expresan de forma “correcta”. El enfoque médico que permea la disciplina psicológica se precipita en patologizar conductas así y buscar con celeridad una cura o un remedio que corrija esos “errores”. La labor del terapeuta no es correctiva, sino explorativa, más cercana a la labor de un antropólogo que a la de un médico, pero no es una labor meramente indagatoria, sino también sanadora.
Entender que la necesidad de comunicarse encuentra diferentes formas y que lo que usualmente se considera una “disfunción del lenguaje” no es eso sino una alternativa, resulta fundamental para el desempeño de una terapia de lenguaje que vaya más allá de lo meramente correctivo, dado que existen casos en los que esa disfunción se puede convertir en un sistema funcional y completo. Vale la pena recordar el caso de las hermanas Grace y Virginia, que nacieron y crecieron durante los años 70 en Georgia, Estados Unidos. Ambas nacieron bajo condiciones normales, pero sufrieron ataques epilépticos y los padres malentendieron el diagnóstico de los médicos como un “retraso mental”.
Siendo ambos padres trabajadores, pasaban la mayor parte del tiempo fuera de casa y dejaban a las gemelas al cuidado de la abuela, quien solamente hablaba alemán. La abuela se encargaba de las necesidades de las gemelas, sin embargo, no interactuaba ni jugaba con ellas, además de que tampoco tenían contacto con otros niños, ni dentro ni fuera de casa. Aunado a ello, por el diagnóstico dado por los médicos, los padres decidieron no llevar a las niñas a la escuela.
Privadas de contacto con adultos o pares, las gemelas comenzaron a interactuar entre ellas y crearon, de manera gradual, un lenguaje completo que fue completamente de su invención. Dicho evento hizo que el padre “confirmara” el diagnóstico que habían malinterpretado y que sería inútil que las pequeñas acudieran a la escuela.
Después de perder su último empleo, el padre sostuvo una entrevista con una trabajadora social en una oficina de desempleo, quien le sugirió que recurriera a terapia de lenguaje para sus hijas. Fue así que las gemelas fueron llevadas al Hospital Infantil de San Diego, donde la terapeuta Alexa Katze se percató de que las gemelas no tenían en absoluto ningún tipo de retraso, sino que su nivel de inteligencia era perfectamente normal y que habían inventado un lenguaje propio ante la ausencia de contacto por parte de sus alrededores.
El lenguaje de las gemelas era hablado con gran rapidez y consistía en una combinación compleja de palabras y expresiones tanto en inglés como en alemán mezcladas con algunos neologismos y distintas modalidades gramaticales. Los especialistas que a partir de este momento interactuaron y evaluaron a las gemelas, llegaron a la conclusión de que la poca estimulación recibida por los adultos responsables hizo que su desarrollo no fuese el óptimo, aunque el nivel normal de su inteligencia fue lo que les permitió crear su propio lenguaje.
¿Cómo se abordaría este caso en la práctica actual? Habría colegas que quizá se precipitarían a decir que existe una disfunción que es importante corregir y que cualquier esfuerzo por tratar de conocer y entender un lenguaje “nuevo” sería alentar aquello que es considerado como disfuncional. Lo cierto es que para la existencia de un lenguaje, así como cualquier proceso comunicativo, resulta fundamental que haya un emisor y un receptor que usando una codificación específica, puedan comunicarse, criterio con el cual, el sistema creado por las dos gemelas cumple cabalmente.
¿Estaríamos genuinamente frente a una disfunción del lenguaje? Quizá, antes de clasificar y etiquetar, bien valdría la pena escuchar. El documentalista francés Jean Pierre Gorin filmó el documental Poto et Cabengo (1977) sobre las gemelas Grace y Virginia, y plantea un enfoque particularmente interesante para la clínica: más allá de centrarse en las características “anómalas” del proceso comunicativo de las niñas, Gorin, con ojos curiosos y merodeadores, nos ofrece un cuadro completo que ayuda a entender mejor cómo es que dos pequeñas se vieron en la necesidad de crear su propio sistema para comunicarse ante la negativa de su contexto a ofrecerle uno, por descuido o negligencia.
El documental nos presenta un entorno en el que al recibir atención y posteriormente verse forzadas a estar en aulas separadas durante su educación escolar, Virginia y Grace aprendieron a comunicarse como el resto de las personas y tener vidas relativamente funcionales. No es que las gemelas necesitaran corregir algo, sino simplemente poder contar con alguien que estuviese dispuesto a escuchar antes que a aislar y etiquetar.
Resulta vital para que el lenguaje pueda nacer, un lugar tan pequeño, cálido y acogedor como una oreja atenta acompañada de una mirada comprensiva. Respetar cualquier esfuerzo de comunicarse, es la primera tarea del terapeuta.
Jorge Negrete
BIBLIOGRAFÍA
Fenichel, O. Teoría Psicoanalítica de la Neurosis. Paidós. 1984
«Twins’ Mysterious Speech Has Many Experts Talking». Publicado en San Diego Tribune el 22 de Julio de 1977. Recuperado el 16 de febrero de 2023.
Diplomado en terapia infantil
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