El docente icónico para una escuela nueva

El docente icónico para una escuela nueva

 

Por María Rivera Castañeda

 

Por María Rivera Castañeda

Actualmente, estamos viviendo una situación crítica, continuamente vemos problemas y situaciones que deshumanizan al ser humano. La pobreza, la violencia, la competencia, la avaricia, los intereses y la manipulación del Estado. Han hecho que el ser humano se vuelva individualista, un ser solitario y egoísta, que no se fija en las necesidades de los demás, pues sólo le interesa su bienestar y trabajar para su beneficio y no para el de los demás.

La escuela participa en gran parte, para realizar este tipo de formación, ya que el sistema escolar se ha desarrollado como un dispositivo de control sutil, en donde se enseña, lo que el sistema capitalista quiere que se enseñe y así lograr sus objetivos como son: construir sociedades consumistas, sociedades reprimidas, sociedades ignorantes, sociedades malévolas, etc.

La necesidad por establecer un sistema de educación con el fin de ejercer cierto dominio o control en la sociedad por parte del Estado, surge en la segunda mitad del siglo XIX, y queda consolidado entre 1879 y 1882 en Europa.

Una vez, establecidos los sistemas educativos la escuela comienza una autonomía relativa que se va convirtiendo en una endogamia institucional en donde se expresa los proyectos políticos de los Estados que invierten en ella, y van dejando al margen los intereses que están fueran del poder estatal, incluso de los capitalistas, porque su dinámica de producción y expansión capitalista es mucho más acelerada que la dinámica formativa de la escuela, que tiende a ser lenta, repetitiva, comunicadora de conocimientos y saberes que tienen retraso frente a las fronteras de los capitalistas; de aquí surge la gran mentira escolástica: la escuela sólo comenta y anota los conocimientos creados y en muy pocas veces crea o produces saberes y conocimiento.

De manera, que esta situación explica cómo es que surge esta dinámica de los sistemas nacionales de educación. Se necesitaba una educación que se encargará de formar principalmente a ciudadanos consumidores que requería la sociedad de la clase social moderna. A finales del siglo XIX, la política de los países europeos se va convirtiendo en políticas capitalistas de Estado, y donde la escuela juega un papel muy importante, pues es el medio para formar a los ciudadanos que requiere, por lo cual, al Estado le conviene realizar la propaganda necesaria para promover los estudios escolares, consiguiendo penetrar en los pensamientos de la sociedad: en donde ir a la Escuela era lo ideal, por lo cual la educación escolar va a convertirse en la educación por excelencia. De ahí que la ideología del siglo XX, que se estableció como una verdad absoluta que ser educado es ser escolarizado. La dinámica se desarrolló y la gran mentira se aceptó, provocando que la educación se alejará de la intensión formativa, que buscaba construir seres humanos y personas, y no meros ciudadanos consumidores al servicio de los intereses del Estado capitalista. (Primero, 2006:29)

Lastimosamente, el ser humano está inmerso en una sociedad, donde la educación está muy deteriorada, pues se fue construyendo al paso de los años un mundo en el que veían y ven al ser humano como instrumento o mercancía para que los poderosos puedan obtener sus beneficios. México no es la excepción, estamos viviendo, como ya se mencionó con anterioridad situaciones muy difíciles, y sólo transformando a la educación se podrá combatir a estas circunstancias.

Hoy en día y gracias al capitalismo, se concibe a la educación como mera escolarización, que no es más que la deshumanización del ser humano. Recuperar el término de una educación para la vida, donde se le enseñe al alumno no solo a leer ni a escribir, sino a conocerse, en el sentido de conocer sus pensamientos, sentimientos, etc. Siendo el docente pieza clave y fundamental, para este propósito.

Por tal razón, la importancia y la responsabilidad que tienen los docentes como formadores. El docente debe ser un icono un modelo a seguir, en cual te veas identificado y generes respuestas imitativas. La mayoría de los seres humanos actúan por imitación según su identificación de algo en común o de interés. El docente debe ser cuidadoso y consiente de su papel.

En este sentido, el docente debe de reflexionar sobre sí y sobre su entorno, y así construir actos de conocimiento sobre el conocimiento de uno mismo; sobre el conocimiento de su relación con los otros; y del conocimiento de su relación con el mundo. Gadamer alude: “es deber de la hermenéutica el reflexionar incluso sobre las condiciones especiales del saber que aquí son decisivas.” (2000: 370)

De tal forma, que al obtener esta reflexión de sí mismo, se estará formando una ética en el docente, el cual, según Foucault y tomando su concepto de ética, se está en la ética cuando el sujeto se plantea el problema de su propio ser. La ética es ese gobierno de sí, donde a través de ese conocimiento de si, podrás convivir con el otro. El sujeto ético podría pensarse como el hombre formado, el hombre educado en este preciso sentido del ideal de la formación propuesta por Foucault, no educado en el sentido que conduzca a otro, o que produzca un saber. El hombre ético es un estado, una experiencia, un estilo de vida que se preocupa de producir libertad, de luchar por la libertad, de crear libertades, no para otros sino para sí mismo, para su propio ser como sujeto. El sujeto moral es sujeto al conformarse a las normas impuestas, el hombre ético no es sujeto cuando transforma y modifica esas normas en propias y prefiere su propia conducción a ser conducido. (Zuluaga, Quiceno, Saldarriaga, Sáenz, Martínez, Caruso, Runge, Veiga-Neto, Scherer, Rifa, Narodowski, Echeverri y Vitarelli, 2005: 101)    

Una vez, que se obtuvo una ética por medio de la hermenéutica de sí, el docente será un modelo icónico, en donde será ejemplo a seguir y sus alumnos se identificaran con su modo de actuar y decir. El docente universitario icónico debe a través de sus actos fundamentar su pensamiento. Como lo menciona Foucault al citar a Seneca con esta frase: “decir lo que pensamos, pensar lo que decimos; hacer que el lenguaje sea concorde con la conducta” (2009: 383). Esto nos indica que el docente icónico debe ser un hombre lleno de franqueza y de virtudes, para así ser un ejemplo de vida y para que su conducta y sus pensamientos sean trasmitidos de alumno a alumno.

Referencias:

  • GADAMER, (2000), Verdad y Método II, Sígueme, Salamanca.
  • FOUCAULT, M. (2009), La Hermenéutica del sujeto, fondo de cultura económica, tercera reimpresión, Argentina Buenos Aires, págs. 539
  • PRIMERO, L. E. y Beuchot M. (2006), Hacia una Pedagogía Analógica de lo Cotidiano, primero editores, colección construcción filosófica, México, págs. 119
  • ZULUAGA, Noguera, Quiceno, Saldarriaga, Sáenz, Martínez, Caruso, Runge, Veiga-Neto, Scherer, Rifa, Narodowski, Echeverri, Aguilar y Vitarelli. (2005) Foucault, la Pedagogía y la Educación, editorial Delfín Ltda, colección Pedagogía e Historia, primera edición, Colombia.

Diplomado en terapia lenguaje

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