INTRODUCCIÓN   

            La obesidad es un problema de salud pública a nivel global, ya que afecta a millones de personas alrededor del mundo. Es bien sabido que tanto los factores biológicos como ambientales en relación con la obesidad han sido estudiados ampliamente, pero no hay que dejar de lado el papel crucial que juega el ámbito de la psicología en su desarrollo y mantenimiento.

            En este breve artículo examinaremos la interacción entre la obesidad y las emociones desde una perspectiva psicológica, destacando cómo las emociones pueden influir en los hábitos alimenticios, el ejercicio y el autocuidado.

EMOCIONES Y COMPORTAMIENTOS ALIMENTICIOS.

    Las emociones desempeñan un papel significativo en los comportamientos alimentarios. En la actualidad, la mayoría hemos escuchado de personas con problemas de anorexia o bulimia, debido a las dificultades con su autoimagen e ingesta de alimentos, y poco a poco hemos tomado consciencia del papel que las emociones juegan también en los problemas de sobrepeso.

    Importantes estudios han demostrado que existe una estrecha relación entre el estado de ánimo y la ingesta de alimentos, donde las personas tienden a recurrir a la comida como una forma de manejar el estrés, la tristeza, la soledad o la ansiedad. Este fenómeno, conocido como comer emocional, puede contribuir al aumento de peso y al desarrollo de la obesidad. Además, emociones como la depresión pueden alterar la percepción del cuerpo y la autoimagen, lo que puede llevar a una relación negativa con la comida y una mayor propensión a la obesidad (Atlantis et al., 2008)

EMOCIONES Y ACTIVIDAD FÍSICA.

     La relación entre las emociones y la actividad física también es relevante en el contexto de la obesidad. Las emociones negativas como el estrés, la depresión o la baja autoestima pueden actuar como barreras para la participación en la actividad física regular (Stults-Kolehmainen & Sinha, 2014).

     Además, las personas obesas pueden experimentar emociones como la vergüenza o la culpa relacionadas con su imagen corporal al realizar ejercicio en entornos públicos, lo que puede disminuir su motivación para mantener un estilo de vida activo (Puhl & Brownell, 2001)

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INTERVENCIONES PSICOLÓGICAS EN LA OBESIDAD.

     Dado el papel fundamental de las emociones en la obesidad, las intervenciones psicológicas han demostrado ser efectivas en el tratamiento y la prevención de esta enfermedad. La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, se centra en identificar y modificar los pensamientos y comportamientos relacionados con la alimentación y el ejercicio (Butryn et al., 2007)

     Asimismo, en últimas fechas, se ha encontrado que las intervenciones de profesionales que incorporan técnicas de mindfulness y auto aceptación pueden ser de gran ayuda para que las personas puedan desarrollar una relación más saludable con la comida y manejar así mejor el estrés emocional

CONCLUSIONES.

     La obesidad es un problema multifacético que va más allá de los aspectos puramente biológicos. Las emociones desempeñan un papel importante en su desarrollo y mantenimiento, influenciando los hábitos alimentarios, la actividad física y la percepción del cuerpo.

     Es crucial abordar estas dimensiones psicológicas en la prevención y el tratamiento de la obesidad, mediante intervenciones que promuevan el manejo saludable de las emociones y la adopción de estilos de vida activos y equilibrados.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

• Atlantis, E., Baker, M., & Singh, M.A.F. (2008). Obesity effects on depression: systematic review of epidemiological studies. International Journal of Obesity, 32(6), 881-891.
• Butryn, M.L., Webb, V., & Wadden, T.A. (2007). Behavioral treatment of obesity. Psychiatric Clinics, 30(4), 631-644
• Puhl, R.M., & Brownell, K.D. (2001). Bias, discrimination, and obesity. Obesity Research, 9(12), 788-805.
• Stults-Kolehmainen, M.A., & Sinha, R. /2014). The effects of stress on physical activity and exercise. Sports Medicine, 44(1), 81-121.