Estudiar el autismo desde la Teoría de la Mente es una estrategia social que permite interpretar la conducta de otras personas, y comprender que tienen deseos, creencias, experiencias y emociones (Hernández, 2019). A través de la Teoría de la Mente se desarrolla en los niños la habilidad o capacidad para comprender la interacción humana, mediante la atribución de estados mentales a uno mismo o a los demás, estos estados mentales comprenden los deseos, emociones, creencias, intenciones, pensamientos, conocimientos, entre otros.
Los estudios en Psicología Cognitiva postulan que el autismo estaría provocado por un déficit cognitivo y biológico específico, las investigaciones en personas autistas buscan identificar si hay alguna alteración específica en su habilidad para representar estados mentales (tales como creencias, deseos, intenciones, etc.), es decir, si los niños y adultos autistas han desarrollado una teoría de la mente (Echeverry, 2010).
El descubrimiento de la mente por el niño significa el hacerse consciente de que las personas, incluido él mismo, tienen mente y dentro de los estado o elementos de esa mente están las creencias, deseos, sentimientos, pensamientos, con base en los cuales realizan sus acciones.
Las investigaciones, acerca de la Teoría de la Mente, señalan que los niños, entre 3 y 5 años, en su desarrollo cognitivo, social y emocional, adquieren la habilidad de reflexionar y comprender los comportamientos, intenciones, pensamientos y sentimientos de los demás (Echeverry, 2010). En este rango de edad se dan cuatro hitos evolutivos: 1. Sentido de autoconciencia manifestada a través de la expresión de emociones negativas, de conductas desafiantes y oposicionistas. 2. Comprensión de los demás a través del incremento distinguir entre su propio yo y el de los otros. 3. Creciente sensibilidad hacia las normas sociales y morales. 4. Emergencia de formas rudimentarias de emociones auto-evaluativas, como la culpa, vergüenza, orgullo, etc.
Echeverry (2010) menciona las características de los principales estados mentales:
Los deseos: Los deseos y las emociones son los primeros estados mentales en aparecer en la mente del niño y tienen un papel causal en la conducta humana, los términos relacionados con estados volitivos (“quiero”, “tengo hambre”) empiezan a ser utilizados a la edad de 2 a 3 años, los niños son capaces de comprender la relación causal entre deseos, resultados y emociones, y pueden asimismo predecir la conducta a partir de los deseos.
Las emociones: Su comprensión resulta fundamental, ya que promueven las relaciones positivas con los demás, el logro de recompensas y logros interpersonales. A partir de los 3-4 años los niños ya son capaces de explicar las emociones propias y ajenas con relación a los deseos y satisfacción.
Las intenciones: Los niños empiezan a construir el concepto de las personas como agentes, es decir, que como seres animados y a diferencia de los objetos inanimados, pueden actuar y conducirse bajo su propio criterio, los niños elaboran un temprano, posiblemente innato, concepto de agentes integrado al de intenciones. El concepto de intención es más extenso, en el sentido que establece no sólo que las personas pueden realizar acciones, sino que planifican éstas e intentan llevarlas a cabo.
Las creencias: constituyen causas mentales de conductas reales, comprenden una gran variedad de estados de convicción: conocer, estar seguro, sospechar, e incluso adivinar. Pero en esencia, son estados mentales o actitudes sobre los estados que existen en el mundo, siendo así diferentes de ciertos estados mentales, como, por ejemplo, la fantasía.
El engaño: Una manipulación intencional de la conducta de los demás a través de la manipulación de la información, con el objetivo de inducir a una creencia falsa de la realidad, el engaño implica ocultar los deseos y las emociones propias e inferir el grado de conocimiento que posee el otro sobre un hecho determinado. Todo ello implica, como puede comprobarse, un grado de comprensión de la mente por el cual se trata de una conducta sólo atribuible a los humanos y de forma discutible a algunos primates no humanos.
La Teoría de la Mente implica en el niño actitudes proposicionales. Es decir, implica hacer uso de creencias, deseos, intenciones, sentimientos, entre otros, para dar cuenta del comportamiento de las personas. La actitud proposicional muestra entonces un estado mental mediante el uso de verbos mentalistas (creer, pensar, imaginar, pretender, fingir, esperar, entre otros), concretamente indica la postura de la persona con relación al mundo, sin comprometerse con la verdad o falsedad de los contenidos proposicionales a que hace referencia.
El autismo es un trastorno del desarrollo que impide a los sujetos que lo tienen llevar a cabo con éxito las actividades que requieren el uso de una Teoría de la Mente, diversos estudios sugieren que los niños autistas no están preparados para atribuir estados mentales a otras personas y que los déficits sociales pueden ser explicados si se conciben como una consecuencia de la incapacidad para comprender estados mentales. Tener una Teoría de la Mente, implica estar preparados para concebir estados mentales en uno mismo y en otros.
Esto es de una importancia crucial en el plano de las relaciones sociales, afectivas y comunicativas. Es importante también destacar que las habilidades deficientes en el autismo son destrezas de gran complejidad en su etiología, como consecuencia de sus características y manifestaciones, que dependen no sólo de procesos de planificación y ejecución y de inferencias mentalistas, sino de una coordinación de muchas funciones que actúan simultáneamente (Echeverry,2010).
La pregunta sería entonces ¿Por qué estudiarlo desde la Teoría de la Mente?, si los aspectos y conceptos que se estudian desde esta perspectiva son los principales afectados y/o alterados dentro de los pequeños con TEA (Trastorno del Espectro Autista), y la respuesta está en el hecho de cambiar la forma de ver las cosas, intentar entender desde su mirada como ellos expresan emociones, sentimientos, deseos, enojos, como desde su perspectiva pueden interpretar y trasmitir sentimientos, intenciones, creencias o deseos, tratar de entender las señales que mandan para demostrarnos que ellos sienten, desean y creen quizá no de la misma forma que nosotros pero eso no significa que no lo hagan o que no cuenten con una Teoría de la mente, cuando en realidad siempre ha existido pero somos nosotros quienes no podemos verla, estimularla o ayudar a desarrollarla.
Las dificultades que presentan las personas con autismo comienzan a aparecer en una fase temprana del desarrollo, cuando empiezan a desarrollarse algunas funciones cerebrales superiores, como la capacidad de comprender a los demás como personas dotadas de mente (teoría de la mente), funciones de comunicación y lenguaje, comprensión de símbolos y flexibilidad cognitiva (Mulas, 2010). En el abordaje de un niño con TEA no es sólo importante seleccionar un método de intervención adecuado, sino también informar, contener y acompañar a la familia, mantener un contacto estrecho con los centros de atención temprana y educativos, y, además, asesorar respecto a las posibilidades de escolarización, para aprovechar mejor los recursos al alcance de las familias.
Entender a las personas no es tarea sencilla, detectar cuáles son sus debilidades, que piensa, siente o quiere, pero entender a un pequeño con TEA lo es aún más, sin embargo, esa es la pieza clave para lograr mejores resultados en los programas de intervención.
Intentar siempre mirar con los lentes de estos pequeños, siempre tratando de ayudarlos a entender, a expresar desde sus propias palabras, gestos, no gestos, no palabras lo que pudieran estar sintiendo o pensando. Es difícil poder explicar en muchos casos sus comportamientos, poder darles el apoyo que ellos necesitan, pero eso no significa que por eso no se les dará o se les dará de manera general sin tomar en cuenta sus propios intereses. Es importante trabajar y fortalecer a las personas encargadas del trabajo diario con estos pequeños, lograr que sean empáticas y que puedan crear lazos de confianza fuertes, que los entiendan y escuchen para que, al momento de realizar las actividades, al momento de crecer, pero sobre todo al momento de ser autónomos e independientes hayan logrado formar pequeños independientes capaces de enfrentar y superar los retos que le sigue poniendo la vida.
Existe aún mucho por conocer acerca de este Trastorno, mucho por explicar, entender y describir para poder crear bases fundamentadas para mejorar la calidad de vida de estos pequeños, pero con un granito de arena se puede ir llenando poco a poco de conocimientos, experiencias y sobre todo de niños con un desarrollo positivo, mejorando así la forma de vida de ellos y sus familias.
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