Juana es una pequeña de 12 años de edad, sus padres se encuentran desconcertados porque desde hace dos años su comportamiento es muy conflictivo, se pelea con sus hermanas, reta a la autoridad y sus notas académicas no son muy altas.
Juana tiene pocos amigos de su edad, se le observa sola la mayor parte del tiempo, por las tardes, cuando llega del colegio, suele buscar a su Vecina María, con ella se le observa muy contenta y feliz, sin embargo a los padres de Juana no les agrada esa amistad. María tiene casi 10 años más que Juana, dejó la escuela hace mucho, su aspecto no empata con las expectativas de los padres de Juana.
Ante todo lo anterior, los padres de Juana decidieron buscar ayuda y solicitaron la intervención de un Terapeuta Infantil. Buscaron por diversos medios, hasta que encontraron a Perla, una psicóloga infantil graduada con honores en la universidad y muy recomendada por la comunidad.
Perla es muy metódica con sus casos de terapia, tiene amplios conocimientos en neuro-desarrollo, psicología y psicometría. Le gusta tomar cursos, capacitaciones y se encuentra estudiando una maestría.
Cuando los padres de Juana conocieron a Perla, les inspiró mucha confianza, era fabuloso mirar tantos diplomas colgados en las paredes del consultorio –pensaba la madre de Juana-. En la primera entrevista que tuvieron los padres con la Terapeuta, pudieron hablar de todo lo que sucedía con su hija. La terapeuta comentó que comenzarían la terapia haciendo una valoración psicológica para ver qué estaba pasando con el caso.
A Juana no le dio mucho gusto acudir a su primera cita, de hecho solamente participó por no hacer enojar a su madre. En la primera sesión Perla le recibe sonriente, le hace algunas preguntas y después le pone a dibujar a su familia, a ella misma y después a unos animales. Las siguientes seis sesiones fueron parecidas, entre dibujos y cuestionarios, Juana se sintió desesperada, ya no quería ir más.
Por fin Perla tenía un diagnóstico, citó a los padres para dar su veredicto, en la siguiente sesión reveló ante ellos el trastorno que presentaba Juana: Trastorno oposicionista desafiante, explicó con lujo de detalles de qué se trataba y mencionó las pruebas que le había aplicado a la niña. Los padres estaban angustiados al principio, sin embargo Perla les hizo algunas sugerencias además que les aseguró que ese trastorno podría desaparecer si aceptaban dejar a su hija en terapia psicológica. Les compartió las bondades de la terapia de juego y la eficacia de las técnicas conductuales en este tipo de casos.
Ambos padres decidieron dejar a Juana en tratamiento, acordaron llevarla una vez por semana, realmente estaban preocupados por su hija, sin embargo nunca le preguntaron a ella si quería tomar terapia con Perla.
La terapeuta infantil citó a Juana para llevar a cabo el tratamiento, usaba juegos y diversos materiales, entre ellos rompecabezas y juguetes. Solamente al inicio de la terapia Juana fue cooperativa, a partir de la tercera sesión comenzó a portarse mal e intentar desobedecer las instrucciones de su terapeuta. Incluso a su madre, le era difícil convencerla de acudir a sus citas. Perla comenzó a angustiarse no miraba avances, por el contrario una gran resistencia por parte de su consultante.
La madre de Juana llamaba a menudo a Perla para informarle lo mal que se había portado la niña, esto generó angustia en la terapeuta, sentía que sus conocimientos no eran suficientes en este caso. Buscó información del trastorno, encontró tanta que le fue imposible seleccionar la más pertinente y adecuada, decidió tomar un curso especializado en trastornos de la conducta, aplicó todo lo mirado en el curso sin obtener resultados. Cada vez Juana era más desafiante con ella y los padres exigían resultados.
¿Qué habrá pasado por la cabeza de Perla? ¿Por qué habría tenido éxito en otros casos pero en este no? ¿Qué es un caso de éxito? ¿Por qué Juana tendría que haber cambiado con la metodología de su terapeuta?
Al parecer Perla no logró hacer un encuadre profundo con los padres y con Juana, cuando un terapeuta no es capaz de hacer un buen encuadre clínico, es común encontrar algunas de las siguientes situaciones:
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La historia de vida del terapeuta y su implicación a la hora de hacer encuadres clínicos con sus consultantes
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