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PERFECCIÓN

 

Por Martín de Jesús Acevedo Huerta

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Por Martín de Jesús Acevedo Huerta

Una de las virtudes, cualidad, característica de la personalidad o tendencia de conducta es sin duda  el de querer “hacer bien las, cosas”, el orden, la meticulosidad, esforzarse, ser eficiente; esto en la realización de metas, cumplimiento de objetivos, planes, sueños y actividades cotidianas que según nosotros demandan el máximo esfuerzo posible en su realización o consecución.

Lo anterior puede parecer normal y hasta loable en una persona; Sin embargo, lo anterior puede convertirse en un problema, incluso lo es cuando detrás de ello existen aspectos que sacan de contexto la actuación, el esfuerzo y que caen en la irracionalidad, la exageración (cuando no en la compulsión); y más grave aún, tendencias incluso neuróticas, lo que hace que esta tendencia del ser humano  “normal” por hacer lo mejor posible las cosas llegue incluso a convertirse en una obsesión insana, un trastorno,  en patología fuera de control que constantemente lo lleva incluso al “ sufrimiento”.

La pregunta ante esto puede ser: ¿Cuál es la raíz de este actuar?, cuestionamiento que lo hace necesario de evaluar y analizar, ya que a partir de la conciencia de esto se puede buscar una solución y alternativas de pautas de comportamiento que suavicen o más aún lo eliminen para evitar se convierta en una carga, en una forma de vida que incluso pueda parecer “normal”.

Actualmente la sociedad y los grupos, entornos y contextos en los que nos desarrollamos o convivimos demandan, exigen convertirnos en personas que deben ser competitivas, excelentes, capaces, los mejores, sin errores, individuos exitosos, realizados, lo cual a simple vista puede parecer normal y más que un reto, una necesidad o más bien exigencia para ser aceptados, aprobados, incluidos, valiosos.

Pero hay aún una raíz más fuerte que aparece desde la infancia, desde niños se nos  inculcan hábitos, conductas, exigencias y actitudes que lleven a hacer las cosas perfectas, y crecemos estando siempre observados, evaluados, medidos; lo que va formando cogniciones rígidas, inflexibles, que resultan en creencias, pensamientos y formas de sentir que nos forman (y deforman) con la idea de tener siempre objetivos demasiado elevados, a veces irreales, situación que nos sumerge en un constante estrés y desgaste que nos lleva a la ansiedad constante e inclusive nos puede llevar a un estado de desasosiego, de esfuerzo interminable que seguramente nunca terminará y acabará por menguar sino es que anular nuestra salud y la forma de relacionarnos con los demás y con nosotros mismos con rasgos y manifestaciones de inseguridad, miedos (a la burla, la crítica, castigos, a la humillación, a correr riesgos), frustraciones constantes, al sufrimiento, al dolor, la desesperación  ya que la perfección como tal no existe, es una condición inalcanzable ya que todo está  sujeto a la  fragilidad y limitación  humana.

Tratando de definir la palabra “Perfección” diríamos que es:

Lo que no tiene errores, lo que no tiene defecto alguno, algo que alcanza el máximo nivel de eficiencia existente en su ejecución, sin fallas, el máximo cumplimiento de estándares e indicadores de excelencia existentes.

A continuación mencionaremos ciertas características de un personalidad “perfeccionista” (que pueden ser enunciativas, no así limitativas) de modo general y ciertas pautas de conducta, acciones, pensamientos, ideas de como poder contrarrestarlas en pro de una vida más sana y saludable que nos permita vivir y convivir con una tendencia a buscar la mejor manera de ser y hacer las cosas pero con flexibilidad, apertura, humildad, pero sobretodo aceptación de sí mismo, de nuestras limitaciones pero también de nuestras fortalezas humanas.

Mentalidad rígida, paradigmas y creencias negativas e inamovibles (formas de pensar, marcos mentales inflexibles, lineales con respecto a hacer todo a la perfección).

Afirmar la flexibilidad, la apertura, cuestionar y dudar a cerca de que esta idea puede ser rebatible.

Caer en comparaciones constantes con los demás (competencia insana, interminable e inmadura de uno con respecto a lo que hacen, tienen o son los demás).

Afirmar la seguridad en sí mismo, autenticidad, mirar hacia adentro con la certeza y confianza de mi valía, de mis propios recursos, posibilidades y fortalezas.

Auto maltrato y autocastigo permanente (basadas en el autocastigo, la autoflagelación, auto maltrato, auto crítica destructiva).

Afirmar la autoestima, autovaloración y convicción positiva de sí mismo, aceptación propia y de los demás, cuidar de sí mismo en cuanto a la forma de pensar y vigilar, ecologizar y filtrar constantemente nuestras metas cogniciones.

Autocontrol y represión emocional (restricción total de movimientos, actos, acciones, conductas en el sentido de vigilar constantemente el rendimiento y la eficacia en todo lo que hago).

Afirmar el hecho de que haya márgenes de actuación y posibilidad de sentir el proceso, el aquí y ahora, vivir el presente y la experiencia, que haya un sentido de auto contemplación y disfrute en las acciones.

Ansiedad, angustia, estrés por el rendimiento extremo y el éxito (estados permanentes de tensión, inquietud extrema, permanente expectativa de lo que sucederá, estado de alerta con respecto a esperar solo resultados exitosos, elevadísimos estándares de cumplimiento y logro).

Afirmar conductas, pensamientos e ideas, acciones de relajación, contemplación, tranquilidad que permitan disfrutar el momento. Desempeño relajado y concentrado, enfocado a vivir el reto momentáneo.

Sentimientos de culpa y ataduras al pasado (vivir con cargas, ataduras, con la idea de siempre superar lo hecho, mejorarlo a costa de lo que sea).

Afirmar la búsqueda constante del equilibrio, el desapego, la liberación de situaciones ya fuera de control, reconocimiento del ahora, del momento presente, adaptación y reconocimiento de errores, buscar una segunda oportunidad en el hacer y quehacer diario, asumir responsabilidades ante los hechos.

Temor, miedo al qué dirán, al fracaso y la frustración (vivir con miedo, esperando la aprobación, sin riesgos, dependiendo del “qué dirán”, con desconfianza, inseguros, tensos, presionados siempre por el mejor resultado, bloqueado, sin que aparezca la creatividad).

Afirmar la tendencia a la confianza, la libertad, la autonomía, no depender de la opinión ni aprobación ajenas, ser tu propia medida, reconocer las propias capacidades, entender que hasta del fracaso existe aprendizaje y experiencia, dejar fluir la acción, ser dueño de sí mismo.

Finalmente y a manera de conclusión, entender que la perfección no existe, ser realistas y objetivos sin caer en el escepticismo y apatías  rutinarias, siempre hay algo que aprender, y reconocer que siempre seremos vulnerables a todo, recordar que siempre hay una manera diferente de hacer las cosas, vivir el presente disfrutando cada momento y reconociendo que la satisfacción plena es subjetiva, que es viable buscar la plenitud, el goce del proceso en las cosas, que siempre es posible tener una vida imperfectamente…..feliz!!.

 

 

 

 

 

 

 

Martín de J. Acevedo H.

Referencia:

Ruiz. C. (2017). Atreviéndose a no ser perfecto. Ed. Grijalbo.

Diplomado en Psicologia Clínica

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