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GUÍA DE AUTOAYUDA PARA PADRES

 

Por Lic. en Psic. Yazmín Guadalupe Alvarado Briseño

 

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Por Lic. en Psic. Yazmín Guadalupe Alvarado Briseño

Cuando nos enfrentamos a la educación emocional de nuestros hijos, lo más difícil suele ser lidiar con ciertas situaciones que conllevan una carga emotiva muy elevada, por ejemplo, la tristeza, miedo o enojo la respuesta puede ser algunos berrinches.

Aunque también emociones como la alegría o sorpresa, pueden ponernos a prueba como padres, maestros, cuidadores… ya que muchas veces no sabemos cómo actuar ante la respuesta de éstas. 

Pero, ¿sabemos realmente que es una emoción? Al entrevistar a algunos padres en el consultorio y en las escuelas, he detectado que no conocen la definición de “emoción”, la respuesta de todos ellos ha sido que: “las emociones es cuando nos sentimos felices, cuando nos enojamos, cuando sentimos como mucha alegría.

Considero apropiado definir en primera instancia el concepto de emoción, que es: estado afectivo; reacción subjetiva al ambiente, acompañada de cambios orgánicos de origen innato. Estado de excitación o estremecimiento. Son estados afectivos que experimentamos como seres vivos.

Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Cada persona experimenta de forma particular su emoción dependiendo de sus experiencias y aprendizajes que ha tenido a lo largo de su vida.

Existen emociones básicas y secundarias. Emociones básicas son las que conocemos genéticamente desde que nacemos: alegría, tristeza, enojo, miedo, sorpresa.

Emociones secundarias son aprendidas durante nuestro crecimiento: culpa, vergüenza, depreco, orgullo, placer, satisfacción. Son una combinación de varias emociones primarias.

El objetivo es la supervivencia del individuo ante su medio que le rodea, son como un instrumento interno de lo que está ocurriendo en relación con el ambiente. Cuando la situación cambia, cambia también el estado emocional del individuo; nos dan información sobre lo que nos impacta del entorno y sobre lo que nos hace sentir.

Las emociones nos permiten saber cómo responder a los acontecimientos que estamos experimentando. Nos señalan la presencia de una necesidad. Siempre que reaccionamos a algo, es porque nos interesa la situación estimulante a la emoción; nos organizan para la acción, para responder con rapidez ante los hechos que nos son importantes y que tienen que ver con nuestra supervivencia.

Después de conocer lo que son la emociones y cuál es el objetivo de éstas en nuestro ser, es importante reflexionar como actuamos a cada una de ellas, que respuesta tenemos ante ciertas situaciones; ya que como se mencionó antes, cada individuo responde diferente a cada situación; ¿realmente conocemos nuestras emociones? O mejor dicho, ¿conocemos nuestra propia conducta como respuesta a cada emoción? Y con esto, ¿conocemos a nuestros hijos al mostrar sus emociones? Lo primero que debemos saber, es que no existen emociones buenas y malas, o negativas y positivas, todas tienen su propósito y no se pueden diferenciar de esta manera, muchas personas las catalogan de esta forma y por lo tanto el manejo de cada una no es el adecuado, al catalogarlas como malas o negativas, permiten la represión de ellas, no dejan al niño que las exprese adecuadamente y así es como muchos crecemos, reprimiendo emociones. El primer paso para acompañar la emoción no se centra en el niño, sino en nosotros mismos, en cómo vamos a actuar ante la conducta del pequeño. Cuando nuestros hijos se ven envueltos en una situación emocional elevada, es aceptarlo, aceptar que como niños también tienen emociones como nosotros adultos y no reprimirlos.

Te presento 5 pasos para acompañar en las emociones a tu hijo:

  • Debemos empezar por aceptar que ellos se sienten así y que sus emociones son reales, sinceras y muy intensas. Tendemos a juzgar y no aceptarlas ni entenderlas, nos es molesta su conducta y creemos que son exageraciones, pero el niño está aprendiendo y no sabe cómo responder adecuadamente. Recuerda no negar la emoción, juzgarla o restarle importancia.
  • Analizar por qué se siente así. Todas las emociones aparecen por algo, siempre hay un estímulo que la provoca. Solemos atender a lo que el niño hace y como lo hace, por ejemplo, está enojado y le pega al otro niño, pero no nos centramos en porqué lo hace, porqué responde de esa manera, por lo tanto respondemos a la acción y castigamos porque golpeo al otro, pero ¿qué lo hizo sentir así? Si solo atendemos la conducta, la emoción queda desatendida. El mal comportamiento del niño o respuesta inadecuada, es la falta de herramientas para hacerlo de otra manera. No te quedes solo con la conducta del niño, averigua que detonó esta emoción.
  • Abraza a tu hijo física y emocionalmente al momento de que se presente la emoción. Ya que aceptaste y analizaste lo que lo detonó, es momento de conectar emocionalmente con tu hijo, de nada servirán los discursos y regaños si no estás vinculándote con tu hijo emocionalmente. Valida lo que siente, dile que lo entiendes y que lo apoyas.
  • Te sugiero: bajes a su altura (agacharte hacia él); escúchalo sin distracciones; abrázalo, los niños necesitan contacto físico para sentirse entendido, eso le ayudara a calmarse y sentirse aceptado; normaliza y dale valor a su emoción, es mostrar empatía pero no justificar la conducta, puedes darle un ejemplo de tu propia experiencia. Todo esto te ayudará a conectar con tu hijo.
  • Acompañar, mostrar nuestra comprensión, pues ya estamos a su altura, ya le mostramos que lo estamos entendiendo y podemos dar el espacio y tiempo necesario para que exprese su emoción sin detenerla; aquí es el momento de poner pautas claras, mensajes cortos y concisos sin caer en un discurso (pues el niño está centrado en su emoción y tus discursos no serán escuchados), hacer alguna aclaración para limitar su conducta, por ejemplo: “yo también estría triste en tu lugar, pero no podemos regresar a casa por tu juguete porque llegaremos tarde a la oficina”.

En este punto es importante ayudarle a nuestro hijo a encontrar alternativas para tratar dicha situación; podemos proponer algunas alternativas que estén a nuestro alcance y que sean ellos quienes escojan para darles la importancia que merecen, incluso pueden ser ellos quienes propongan y aunque no podamos aceptarla debemos dejar que lo expresen para no restar importancia y es aquí donde podemos negociar con algo que si esté a nuestro alcance.

  • Por último, hay que aprender de la situación, tanto nosotros como padres así como nuestros hijos. Preguntarnos si hemos llevado bien o mal la situación o podemos mejorar de manera positiva a nuestras respuestas y comportamiento. Aquí podemos recordar los límites y las reglas que tenemos como familia, así como pensar juntos estrategias para que no se vuelva a repetir la situación o que la próxima vez sea más llevadera.

Es muy importante cuidar el tono de voz que utilizamos con los niños, podemos llevar a cabo estos cinco pasos de acompañamiento, pero si al momento de aprender y buscar otras soluciones, decimos mensajes correctos con tono de voz elevado, puede hacer sentir al niño acusado, culpable o avergonzado en lugar de sentirse acompañado.

Es más constructivo y respetuoso para todos hacer preguntas que busquen soluciones y no culpables; por ejemplo, ¿qué podemos hacer para solucionar esto? ¿Cómo puedes decirlo con palabras?

Pregúntate a ti, y no al niño, que emociones pueden estar provocando ese comportamiento inadecuado y como estamos alimentando esa conducta; involucra a tu hijo en cómo pueden los dos solucionar la situación de forma respetuosa para todos.

Para un correcto acompañamiento de las emociones, es indispensable la comunicación y empatía.

Recuerda:

  • No minimices la emoción.
  • No pases por alto las emociones de los niños, pues de esto dependerá su desarrollo emocional.
  • No hay emociones negativas ni positivas, todas tienen una función esencial.
  • Mantener una comunicación asertiva al momento de que se presente una situación emocional, ayudará a comprender a tu hijo.
  • No justifiques el comportamiento inadecuado de tu hijo, el que lo acompañes en su emoción no significa que debas aprobar las malas conductas, busquen soluciones de mejoría.

 

 

Referencia

Consuegra A. N. (2010). Diccionario de Psicología 2ª Ed. Bogotá. Ecoe ediciones

Muñoz P. M. (2013). Emociones, sentimientos y necesidades. Una aproximación humanista. México. Copyright  

 

Diplomado en Terapia de Lenguaje

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