Actualmente la educación se ha convertido en un gran desafío debido a la situación de la pandemia. Este suceso nos ha tomado por sorpresa a nivel mundial, en nuestro país las autoridades sanitarias nos han recomendado cierto aislamiento con el fin de prevenir la propagación del virus SARS-CoV2 (COVID-19).

Por lo que la Secretaría de Educación Pública implementó de manera emergente el plan de estudiar en casa a través de programas en televisión y otros medios al igual que en otros países, sin embargo, debemos ser realistas, ya que estos programas no han beneficiado en mucho o no se ha obtenido los resultados que tal vez se esperaban.

Lo que refiero es que debido a las experiencias que vemos en las redes sociales, vecindarios, comunidades y amistades, el alto índice de deserción escolar, etc., la SEP se olvidó de algunos aspectos y factores que son indispensables para poder tener una educación de calidad como es el contexto emocional.

En su mayoría de los estudiantes de cualquier nivel escolar, se han visto afectados en el aspecto emocional, las causas son variables ya que van desde la falta de un espacio adecuado donde llevar a cabo sus clases, el ruido de la familia o los quehaceres domésticos así como el maltrato intrafamiliar, el desahogo de muchos padres que han caído en cuanto al cumplimiento de  tareas, la falta del material necesario, la desigualdad tecnológica, entre otros, han sido factores que han afectado mucho y emocionalmente a las familias en general.

Las emociones dentro del contexto educativo deben de ser tratadas tanto en la educación presencial como de manera virtual y si vienen acompañadas de una situación pandémica con mayor razón, ya que en las últimas décadas no se había presentado esta situación ni mucho menos se estaba preparado para enfrentarla.

Si tomamos en cuenta que las emociones es toda reacción que sentimos ante un estímulo y que tal estímulo se está dando ante el encierro constante en casa, tenemos como consecuencia tristeza, angustia, temor, ira, deserción escolar ocasionada por la falta de interacción social presencial, tendremos como resultado un aprendizaje nulo o de muy baja calidad para las futuras generaciones.

Desafortunadamente con esta deserción escolar nos estamos enfrentando a:

• Los estudiantes pese a estar en una época digital prefieren que su educación sea de manera presencial.
• Se quejan de que algunos maestros no saben el debido manejo de las plataformas o bien que el programa en la televisión no enseña lo suficiente.
• Manifiestan los estudiantes que hace falta la convivencia con sus compañeros y maestros.
• En casa no se cuenta con la privacidad necesaria para tomar sus clases, ya que se distraen fácilmente.
• Tienen diferentes distractores en casa.
• Existen estudiantes con cierta depresión, ansiedad o se muestran irritables.

Por lo que la SEP en conjunto con un grupo de especialistas en el campo emocional deberían de implementar programas más dinámicos e interactivos que nos ayuden a identificar sentimientos y emociones que contribuyan a la reconstrucción afectiva y social en los estudiantes y padres de familia, así como de los docentes ya que, todos son los principales actores de la educación desde los niños hasta los jóvenes.

De esta manera podemos potencializar los aprendizajes esperados y tratar de quitar todos los obstáculos que ante los ojos de los estudiantes están presentes.

Desde luego que hace falta una buena cultura social para poder involucrarse todos los actores y que tal vez sea compleja más no imposible de llevar a cabo tales programas de educación socioemocional.

Si comenzamos por la motivación que se necesita en los estudiantes y sus familias lograremos que a futuro tengamos “profesionistas muy profesionales” y no generaciones tan frágiles ni susceptibles.