Una parte fundamental del desarrollo del ser humano y de las relaciones
interpersonales, es la capacidad de comunicarnos, la comunicación es el
intercambio de ideas, pensamientos, inquietudes e ideas de forma alternativa
entre los sujetos, para llegar a un acuerdo o encontrar una solución, siendo un
proceso complejo que requiere de estrategias para llegar a un resultado
positivo, en el que las partes implicadas logren expresarse y encontrar una
resolución a sus necesidades expuestas; como se indica en Barrio y Barragán
(2011), saber comunicar con eficacia es determinante en la sociedad en la que
vivimos. Poseer una depurada técnica comunicativa asegura el éxito en todos
los aspectos: profesional, social y personal.
Como bien sabemos la adolescencia es una etapa de la vida compleja,
marcada por la culminación de la infancia y el inicio de la edad adulta, los
adolescentes sufren diversos cambios no solo físicos, sino cognoscitivos y
psicológicos, que afectan la manera de relacionarse afectivamente y
asertivamente con su núcleo familiar y entorno social; como indica Brullet y
Gómez-Granell (2008), es muy difícil valorar si la diversidad, como condición
adolescente, se modifica hoy con mayor o menor velocidad que antes, o si los
tipos de adolescencia se crean y recrean con un mayor dinamismo.
La adolescencia más que un ciclo biológico, es una construcción social y
cultural, en la que cada individuo lo enfrenta de manera única e incomparable,
ya que cada uno tiene una historia de vida, personalidad, valores, religión,
radicamos en entornos y vivimos culturas diversas, sin embargo, la verdad es
que es una etapa de vulnerabilidad y de transformaciones.
La comunicación de los padres con sus hijos adolescentes es uno de los
aspectos que sufre más cambios, ya que se crea una brecha amplia de
ausencia de comunicación, y no confundamos esto con la ausencia del habla
de una de las dos partes, sino de una carencia real de comunicación efectiva,
en la que se buscan soluciones a las cotidianidades de la vida familiar, de la
enseñanza en aspectos fundamentales que son necesarias en esta etapa para
prevenir múltiples peligros en nuestros hijos, se requiere que la comunicación
sea asertiva, ya que a pesar de la experiencia de los padres y su jerarquía en
autoridad familiar, nuestros hijos adolescentes merecen respeto al dialogar y
expresar sus inquietudes, la afectividad también es fundamental, hacerles
saber que se les apoya, se les ama incondicionalmente, es de vital importancia
para crear y mantener un canal comunicativo de confianza, de esta manera,
como padres podremos estar tranquilos con la certeza de que se puede
entablar una charla sobre cualquier tema, sin tabúes, prejuicios y etiquetas
negativas.
La familia es sin duda la principal institución social, que tiene como función
construir la personalidad de sus hijos, inculcar valores humanos y regular la
conducta, que los adolescentes sean unos adultos y ciudadanos con aportes
de impacto positivo a la sociedad en la que pertenecen, estas cualidades se
reflejan directamente en la convivencia familiar; es común en nuestra cultura,
otorgar este papel a las madres, ya que se cree que ellas son las cuidadoras,
educadoras y formadoras, se suele dejar de lado el papel tan importante que
tiene el padre, visto desde una postura humanista, el papá cumple el rol de
formador de la personalidad moral, intelectual e integral en las decisiones que
se tienen que tomar a lo largo de la vida.
Analizado lo anterior, es de vital importancia involucrar a todos los miembros de
la familia en la comunicación con los adolescentes, que ambos padres de
familia sean visto como un equipo coordinado, en el que muestren una misma
postura, mantengan las mismas reglas de convivencia dentro del hogar, hablen
claro a sus hijos, siempre mostrando respeto, haciendo saber cuáles
emociones se están viviendo, sin culpar o responsabilizar a nadie de estas.
Las emociones en ocasiones nos impulsan para actuar y enfrentar diversas
circunstancias, muchas de las veces, se actúa conscientemente pero otras nos
dejamos llevar por lo que sentimos, dando como consecuencia, una
comunicación negativa, por lo que es mejor permanecer tranquilos cuando
como padres afrontemos una situación desconcertante con nuestros hijos.
No olvidemos que la adolescencia no es fácil, es crucial afrontarla de manera
idónea para ayudar a nuestros hijos a vivirla y disfrutarla como eso, una etapa
más en nuestra vida, un periodo hermoso de desarrollo, auto conocimiento, un
proceso de adquisición de más responsabilidades e independencias en varios
aspectos, tal como emocionales, académicas, sociales y de comunicación
asertiva.
Referencias bibliográficas:
 Muñoz Repiso Izaguirre, M. (2000). Educar en positivo para un mundo
en cambio. Madrid: P.P.C
 Oliva, A. y Parra, A. (2004). Contexto familiar y desarrollo psicológico
durante la adolescencia. En E. Arranz (Ed.), Familia y desarrollo
psicológico (pp. 96-123). Madrid: Pearson Educación.
 Ortega, P. y Mínguez, R. (2003). Familia y transmisión de valores.
Teoría de la Educación, 15, 33-56.