Puede que a primera vista la psicología y el arte se vean como el agua y el aceite, un poco fuera de lugar tal vez, es un poco complicado imaginar a estos dos grandes unidos de la mano y trabajando en conjunto, tal vez cueste porque relacionamos la mayoría de las personas el arte con galerías, exposiciones y situaciones un tanto extrañas o que a simple vista podrían parecer sacadas de un cuento de ficción, y por otro lado la psicología se ha definido como el estudio de la mente y el comportamiento, según lo ha marcado la Asociación Americana de Psicología, generalmente vista también como un puente entre lo social y lo biológico, recordemos que en innumerables ocasiones se le ha encontrado en esa delgada línea, jugando entre esos dos bandos, aunado a esto la psicología se ha mostrado en los últimos años con una estructura un poco más rígida y fuerte, llena de pruebas y procesos, por lo que pude verse un poco descabellada esta idea de unir al arte con ella, pero nada más alejado de la realidad, el arte al tomarse como herramienta dentro del proceso de pacientes puede brindar una gama infinita de posibilidades para expresión pura ya sea de memorias, emociones o situaciones subconscientes, su línea, al ser tan versátil abre un camino totalmente diferente a la expresión humana, y es ahí en esa intersección que notamos que destapamos cosas que creíamos enteramente olvidadas en el desván de muestra memoria, regresamos a ser niños en ocasiones y los viejos nudos se desatan, plasmándose así en diversos materiales palpables.

El arteterapia hace uso de recursos y elementos artísticos para fomentar la expresión y reflexión de su consultante, en conjunto con un terapeuta capacitado, trata de un dispositivo que une el arte con la psicoterapia, integra principalmente los aportes del psicoanálisis, la psicología humanista y la terapia Gestalt, recordemos también que el arte tiene muchas vertientes, estilos y valores estéticos, pero en el caso del arteterapia se prioriza el proceso creativo más que el valor estético de la obra del paciente. Actualmente se han hecho investigaciones más a fondo acerca de los beneficios que da la integración del arte en un ámbito terapéutico, se puede ver en situaciones tanto escolares, geriátricas, así como en situaciones de educación especial, incluso se han realizado investigaciones en donde se encontró que  las intervenciones artísticas disminuyen los niveles de depresión, ansiedad y sentimientos traumáticos en niños entre 8 y 11 años que padecieron un abuso sexual; así mismo también podemos retomar algunas contribuciones de Therese Schmid, en donde menciona que el arte y todo lo que conlleva el mismo, promueve la autoexpresión, la autoestima y la vehiculización de emociones posiblemente  bloqueadas, aliviando así el estrés, por lo que el arteterapia resulta ser una herramienta útil para la prevención de enfermedades fiscas y mentales, además de fortalecer la percepción, la memoria y el aprendizaje

Su historia se remota hace ya algunos ayeres, tiene algunos antecedentes con Jean-Martin Charcot (1825-1893), señalando las similitudes entre las formas físicas y conductuales de los enfermos mentales y grandes obras que englobaban el tema de la locura, las posesiones demoniacas y la guerra, hizo especial hincapié en obras de Goya, Rembrandt, Rubens, entre otros, no era de sorprenderse también que incluso en la antigüedad clásica ya se tenía noción de la propiedades terapéuticas del arte, pero no fue hasta finales del Siglo XIX  que en Estados Unidos de América y Europa, esta disciplina se va desarrollando durante la Segunda Guerra Mundial, en donde  se considera al arte como una posible línea para el tratamiento terapéutico, de sus inicios  ya estructurados se  tienen registros como el de  Adrian Hill (1875-1917)  quien era un artista  que se encontraba como paciente en un hospital, el cual comienza a dibujar para liberar su nostalgia y angustia, él comparte con los demás usuarios lo reconfortante que era el realizar ésta actividad, y fue así como el dibujo fue retomado por algunos otros pacientes, que lograron expresar por este medio algunos miedos y angustias que tenían después de estar en batalla, gracias a esta experiencia y de la Guerra, Adrian se convierte en ese mismo hospital, en el primer terapeuta artístico y es así como logra acuñar el término de esta disciplina mientras colaboraba con la Cruz Roja británica, llega a publicar varios libros que se convierten en  las raíces solidas de esta línea. Pero fue hasta la década de los 50’s que Edith Kramer, sistematiza al arte como una opción viable para terapia, fundando así la escuela progresista Walden, en  donde prioriza la expresión espontanea del niño para un desarrollo optimo y  reafirma su idea de que  debe de haber un reajuste de los métodos educativos, con éste referente se expande ésta práctica, tanto que E.U.A. encabeza uno de los grandes exponentes de ésta línea, seguido también por Gran Bretaña y Francia, actualmente y especialmente en la última década se ha incrementado el interés por ésta práctica, aún existe mucha controversia alrededor de ésta rama, especialmente la medicina tradicional basada en el método científico, por su parte México también ha incursionado en ésta área, fue en 1965 que se funda gracias a Ana Bonilla Ruis, el “Taller mexicano de arteterapia”, que ha dado frutos a lo largo de los años, incrementando y educando nuevos terapeutas, sin embargo aún queda más por realizar y analizar, pero la sociedad dará la pauta poco a poco para su propio crecimiento interno.

Bibliografía

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