La responsabilidad de ser padres es una de las tareas más gratificantes y generosas, sin embargo, en una sociedad con un ritmo cada vez más acelerado por la inmediatez de las tecnologías, la escasez de tiempo para estar presente con la familia y las aspiraciones personales de perfección, convierten la crianza en una responsabilidad cada vez más compleja y difícil de realizar.
Hoy en día, la mayoría de los padres primerizos empezamos la crianza cargados de dudas y preocupaciones sobre la manera correcta de educar a los hijos, alejándonos cada vez más del disfrute y gozo de ser padres y creando una situación de estrés y ansiedad por una paternidad y maternidad “perfecta”. El “slow parenting” es un nuevo modelo de crianza que ha surgido como una respuesta a esta realidad. Es una alternativa a educar con calma, dejar a un lado las prisas, disfrutar de la tranquilidad de actividades simples, fortalecer vínculos y permitir que los infantes crezcan a su propio ritmo.
En el presente artículo exploraremos el “slow parenting”, el valor que tiene el aburrimiento en este modelo y algunas sugerencias para iniciar una crianza sin prisas en casa.
¿Qué es el slow parenting?
El “slow parenting” es un modelo de crianza, que invita a calmar el estilo de vida acelerado, para educar a los hijos lo mejor posible y a un ritmo más adecuado. Este modelo propone que lo importante es crear momentos de calidad más que de cantidad con la familia. La clave está en buscar más ratos en los que la vida no nos exija apresurarnos, para estar presentes con los hijos no solo de forma física, sino implicados de verdad (Luque, 2015). Esos momentos permiten conocer y conectar con los hijos, escuchar sus necesidades reales, respetar sus ritmos de desarrollo, cultivar relaciones auténticas y profundas con ellos y, sobre todo, disfrutar del proceso de ser padres.
Una de las bases de la crianza sin prisas, es el enfoque de respeto que permite a los infantes crecer a su propio ritmo, es decir, los niños marcan las pautas cuando están preparados para aprender nuevas habilidades como sentarse, caminar, hablar o comer, y no cuando los padres necesitamos que lo hagan (Luque, 2025). Como padres nuestra responsabilidad radica en estar receptivos para observar esas pautas, celebrar sus logros y proporcionar un entorno seguro y tranquilo que fomente la imaginación y la curiosidad.
Asimismo, el “slow parenting” apoya la idea de no saturar a los niños con horarios apretados, actividades estructuradas o de estimulación constante. Se enfoca en brindar a los niños un entorno más tranquilo y equilibrado, donde se le permita explorar el mundo en sus propios términos. Estos espacios de tiempo libre ayudan a los niños a desconectarse de un ritmo de vida ajetreado, a procesar sus emociones, a valorar el descanso, a imaginar y a experimentar el aburrimiento. Sí, el aburrimiento. Para la crianza sin prisas el aburrimiento cobra un valor educativo importante. A primera instancia, puede percibirse como una experiencia negativa, pero en realidad los impulsa a encontrar nuevas formas de entretenimiento por sí mismos, fomentando así su creatividad y resolución de problemas. También el aburrimiento enseña a los niños a tolerar la incomodidad de falta de estímulos y a desarrollar su paciencia y capacidad de concentración, habilidades valiosas que pueden aplicar en su día a día (Alcanza Centro de Desarrollo Infantil, 2023).
El “slow parenting” por tanto, es un modelo de crianza que ofrece equilibrio y bienestar a padres e hijos, por lo que merece la pena internarlo. A continuación, se presentan algunas claves que para iniciar una paternidad “slow” en casa.
Conclusión
El “slow parenting” forma parte de una filosofía y actitud ante la vida que se ha extendido rápidamente en el mundo por combatir el estrés en la paternidad. Es un estilo de crianza simplificado, consciente y equilibrado que enfatiza la necesidad de estar presentes en el aquí y en el ahora para disfrutar de los hijos y los pequeños detalles que la conforman.
Maternar y paternar desde la crianza “slow” implica respetar a los niños como personas que tienen necesidades, deseos y ritmos propios. Esto significa que como padres no podemos simplemente condicionarlos a nuestros ritmos de adultos, los hijos requieren de su propio tiempo donde se sientan, libres, acogidos y respetados. Este es el verdadero trabajo que forja la crianza “slow”, un balance en la familia donde padres e hijos nos acoplemos para vivir plenamente ¿Te animas a intentarlo?
Referencias
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