El rescatador: un super héroe atrapado en su interacción.

El rescatador: un super héroe atrapado en su interacción.

 

Por Laura Elena Rodríguez Álvarez

Por Laura Elena Rodríguez Álvarez

Tomando como bases el triángulo dramático de Karpman, S. (1973); el triángulo ganador de Choy, A. (1997) y la puntuación de la secuencia de hechos expuesta por Watzlawick, P. Beavin, J. y Jackson, D. (1997), se profundizará sobre roles comúnmente aceptados, validados y reforzados en las diversas hegemonías de la sociedad.

Ser rescatador suena a un rol agradable y reconocido, sin embargo, al ahondar en él, podemos darnos cuenta que es atrapante en todos los sentidos.

Contrario a lo que sucede en las ciencias exactas, cómo la física y la química en donde se pueden generalizar resultados en base a la premisa de causa-efecto, es decir, desde una postura lineal. Cuando se habla de relaciones humanas se complejiza la generalización debido a los principios de equifinalidad y equipotencialidad explicados por Simon, F., Stierlin, H. y Wynne, C. (1993), los cuales postulan que idénticos resultados pueden tener orígenes distintos y a su vez de orígenes similares llegar a resultados diversos, por lo que la forma de predecir (más no generalizar) la interacción de una relación se encuentra en las redundancias de la información, esto es en la reiteración de los sucesos y es fundamentada por Watzlawick y otros (1997) en el tercer axioma de la comunicación, que alude a la puntuación en la secuencia de hechos, también conocida como recursividad; la siguiente imagen ayudará a explicarlo:

En la imagen anterior podemos observar que A es la causa de B y el efecto de D, B es causa de C y efecto de A y así consecutivamente, por lo que se convierten en un continuo sin inicio ni fin, se encuentran en una interacción atrapante debido a que ella puede culparlo a él y esperar que cambie y él puede culparla a ella esperando que cambie, ambos tienen razón desde su perspectiva, cada una de sus acciones es justificada por la causa y asimismo reforzada por el efecto, intensificándose y atrapándose en la homeostasis de la relación.

Atendiendo a lo anterior pasamos a los roles del triángulo dramático de Karpman (1973) en donde el rescatador para fungir como tal requiere invariablemente de una victima que lo necesite y para poder sostenerse en la interacción se convierte en el persecutor que evidencia los errores o incapacidades de quien ha elegido cómo su rescatado, al jugar este juego de roles no puede únicamente adoptar dos de tres de ellos, por lo que también hace las veces de victima al sentir que deja su vida de lado por atender las necesidades de los demás o al sentir que no aprovechan sus sacrificios. Así que si podemos ubicarnos en alguno de esos roles seguramente podremos identificar en que momentos asumimos los demás, tanto en la relación con el otro, como con nosotros mismo.

El triángulo dramático de Karpman (1973) es representado de la siguiente manera:

Desde la perspectiva de la puntuación en la secuencia de hechos podría ser también un círculo, ya que cada uno de los roles obtiene un reforzamiento y una justificación.

El rol rescatador se justifica en sus fortalezas y en la petición de ayuda de los demás, debido a que las victimas encontraron en su interacción una zona de confort, que aliviana la carga y es reforzado extrínsecamente por el reconocimiento del rescatado además de recibir la satisfacción intrínseca de sentir que ayudo e hizo algo bueno por el otro. Acciones que son aceptadas, validadas y reforzadas por las hegemonías contextuales de la educación, política y religión.

La victima justifica su postura en la imposibilidad o falta de capacidad sin el esfuerzo por intentar y es reforzada debido a que recibe una solución fácil y rápida invirtiendo el menor (en el mejor de los casos) o nulo (en el peor) esfuerzo para obtener lo que necesita o cree necesitar. ¿Por qué el nulo esfuerzo es manejado cómo el peor de los casos? Porque al final al no tener que esforzarse, las habilidades y herramientas propias quedan invisibilizadas, impidiendo con ello se dé cuenta de que es capaz.

El persecutor por su parte se justifica al considerarse con la autoridad moral, conductual, física, afectiva y/o cognitiva que lo acredita cómo juez de los demás; criticando, evidenciando los errores o dando consejos, por lo que, cuando es escuchado por el otro o logra hacerlo dudar, se refuerza su sensación de superioridad.

Choy, A. (1997) encuentra una opción para invertir el triángulo dramático y genera un triángulo ganador, el cual se visualiza en la siguiente imagen:

Un cambio de interacción supone un cambio de roles, y el cambio en alguno de ellos generara movimiento en los demás.

Para clarificar la interacción desde esta postura se modificará la visión de la persona cómo victima a la de una persona que se encuentra vulnerable, la diferencia entre estos roles radica en las herramientas y habilidades; una víctima no las tiene, no las puede o no las quiere ver y por el contrario una persona vulnerable tiene habilidades y herramienta, sólo se encuentra en un momento complicado, hubo un suceso que la sacudió más no le resta las habilidades que posee y tiene que identificarlas para lograr auto gestionar sus propias soluciones, que al final serán más reales y validas que las que otro le pueda proporcionar, dentro de estas opciones puede estar el pedir ayuda, la diferencia es que se pedirán cosas concreta, no se buscara un rescate. Desde esta postura los otros dos roles podrán ser modificados, el rol rescatador se convierte en el rol empático o impulsor que acompaña a la persona vulnerable, se interesa en ella y en lugar de resolverle, intenta entenderla y le ayuda a encontrar sus propias respuestas u opciones, Además de que intentará ampliar el panorama por que a veces la vulnerabilidad lleva a la visión de túnel, visión que se centra en el problema más que en posibles soluciones. Por último, el rol persecutor es convertido en un rol asertivo no busca perseguir para mostrar su superioridad, por el contrario, es una persona que expresa sus emociones y pensamientos de forma clara, respetando los sentimientos y pensamientos del otro, valida y reconoce a cada individuo y observa sus habilidades sin juicios, aumentando las posibilidades. Cuando alguien vulnerable le pide un favor prioriza sus propias necesidades antes de lanzarse a ayudar, porque sabe que para ser realmente de ayuda primero se tiene que atender a sí mismo.

Para concluir, se expone el siguiente caso que ejemplifica la información del triángulo ganador desde la puntuación de la secuencia de hechos

Una mujer de 23 años inicia un proceso psicoterapéutico tras haber sufrido un secuestro exprés, del cual, exceptuando algunos moretones, salió ilesa afortunadamente; pero emocionalmente no tuvo tanta suerte, se apodero de ella un miedo paralizante que le impidió continuar con su vida cómo la llevaba, desarrollando ataques de ansiedad y el temor que le impedía salir de casa, se encontraba vulnerable. Durante el proceso, tras haber expresado el sufrimiento que le ocasionaba el temor paralizante comenzó a redescubrir sus herramientas, antes del evento había logrado finalizar una licenciatura y contaba con 2 trabajos. Comenzó a darse cuenta de la red de apoyo que tenía cerca, su familia y amigos y se volvió asertiva al priorizar su necesidades además de identificar las fortalezas de cada integrante de su red, así logro acercarse a ellos y pedirles lo que sabía que podían proporcionarle, se dio cuenta que a su padre lo admiraba por su fortaleza y cuando necesitaba sentirse segura se acercaba a él; su madre expresaba su amor por medio del contacto, por lo que cuando necesitaba de un abrazo o chiqueos se los pedía, su hermano, su hermana y su sobrina son muy buenos escuchas, así que cuando sentía la necesidad de hablar, los buscaba. De la misma manera supo cómo podía apoyarlos a ellos y les hizo saber lo orgullosa que estaba de pertenecer a esa familia. Poco a poco fue cambiando su narrativa encerró al miedo en una jaula (literalmente, fue parte de una estrategia psicoterapéutica) y comenzó a salir sin él, acompañada solamente de la precaución. Cedieron los ataques de ansiedad que se distanciaron en temporalidad y reformuló su proyecto de vida. Tras ser dada de alta fue empática supo escuchar en el discurso de su familia su vulnerabilidad y además de entenderlos y apoyarlos les sugirió la posibilidad de ir a terapia impulsándolos a buscar sus propias estrategias. Concluyendo así un ciclo de una recursión diferente, la puntuación en la secuencia de hechos, la llevo a construir nuevas interacciones, ahora enfocadas al triangulo ganador.

Referencias:

Choy, A. (1997). El triángulo del ganador. (38). 249-248

Karpman, S. (1973). Fairy Tales and Script Drama Analysis. TAB. 7(26). 39-43 (1968)1 Alternate: 1972 Eric Berne Memorial Scientific Award Lecture. TAJ. 3(1).

73-77.

Simon, F., Stierlin, H. y Wynne, C. (1993). Vocabulario de terapia familiar. Barcelona. Gedisa.

Watzlawick, P., Beavin, J., y Jackson, D. (1997). Teoría de la comunicación humana. (10ma reimpresión). Barcelona. Herder.

Diplomado en psicología clínica

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