Introducción
El bullying es un fenómeno grave que afecta a niños y adolescentes en todo el mundo. Existen estadísticas alarmantes que muestran la prevalencia de este problema y sus consecuencias negativas en la salud y bienestar emocional de las víctimas.
Antecedentes
Rashmi Shetgiri (2014) menciona: “El rango de prevalencia de bullying y victimización fluctúa entre el 15 y el 50% en investigaciones de diversos países». Un estudio de prevalencia en la década de los 80, en Noruega, mostró que el 15% de estudiantes de enseñanza básica y media estaban involucrados en acoso escolar. De estos, los agresores eran el 6-7%, las víctimas el 9% y ambos agresores, víctimas, un 1.5%. En un estudio entre 2005 y 2006 realizado en 40 países, un 26% de los niños de 6° a 9° grado estaban involucrados en bullying, un 10.7% como agresores; un 12.6% como víctimas; y un 3.7% como agresores-víctimas.”[1]
Por otro lado, un estudio de las Naciones Unidas sobre la violencia infantil (UN Study on Violence against Children) “reconoce al bullying como un problema global que puede interferir con el derecho de los niños a la educación y que tiene un impacto negativo en su salud y bienestar emocional». El estudio recomendaba el uso de programas específicos dirigidos a todo el ámbito escolar, incluyendo la implementación de políticas anti-bullying y la promoción del respeto entre todos los miembros de la comunidad escolar. En este contexto, México desempeñó un papel clave para expandir la agenda global de las Naciones Unidas en materia de bienestar infantil al proponer una resolución para proteger a los niños y adolescentes frente al bullying, que fue aceptada en noviembre de 2014 por el Tercer Comité de la Asamblea General de las Naciones Unidas”.[2]
Teniendo en cuenta las estadísticas y contextos anteriores, es fundamental recalcar que en la actualidad los niños y adolescentes son víctimas de esta práctica; por lo tanto, los niños pueden desarrollar trastornos de ansiedad, depresión y, en el peor de los casos, muerte o suicidio.
¿Qué es bullying?
Dan Olweus (1973): «Descrito por Heineman de 1969 y Olweus en 1973, es una forma de violencia que se da entre compañeros y, por tanto, frecuentemente en contexto escolar». Existen distintos términos para referirnos a este fenómeno: acoso escolar, bullying (del inglés bully, que significa “matón”) o violencia entre iguales. Este último parece el más adecuado. La definición de Olweus es muy utilizada: Un estudiante es acosado o victimizado cuando está expuesto de manera repetitiva a acciones negativas por parte de uno o más estudiantes, sin capacidad para defenderse”. [3]
(OMS, Salud y violencia en el mundo, 2002). “Según la Organización Mundial de la Salud, la violencia se define como ‘el uso intencional de la fuerza física o el poder, la amenaza o el hecho, contra uno mismo, contra otra persona o contra un grupo o una comunidad que puede producir o tiene una alta probabilidad de provocar una lesión, muerte, daño psicológico, afectar el desarrollo o generar privaciones’”. La inclusión de la palabra “poder” en adición a la frase “uso de la fuerza física” amplía el ámbito y la naturaleza de la violencia para incluir actos como las amenazas e intimidación como consecuencia de las relaciones del poder. “El uso de la fuerza física o el poder” comprende e incluye la negligencia y cualquier tipo de abuso físico, sexual o psicológico, el suicidio y otros actos auto-abusivos. Esta definición cubre una alta gama de consecuencias, incluyendo el daño psicológico, carencia e inadecuado desarrollo (OMS, Salud y violencia en el mundo, 2002)”.[4]
La aplicación de violencia en los salones es una costumbre habitual; los niños y jóvenes dejaron de relacionarse con sus compañeros durante un periodo extenso. En el transcurso de la pandemia, ha sucedido que, al interactuar con su entorno, se olvidan de cómo convivir, lo que ha provocado que reaccionen de tal forma.
Tipos de bullying
Dentro de los tipos de acoso escolar podemos mencionar los siguientes: oral, físico, gestual y ciberbullying.
El acoso oral incluye una variedad de palabras que pueden perjudicar a los niños y jóvenes; no ocasiona daño físico, sin embargo, a nivel psicológico puede presentar daños irreparables como, por ejemplo, una mala palabra, señas indecentes, amenazas, racismo, difundir rumores, marginación, chismes, insultos, entre otros.
El acoso físico es más visible, regularmente deja huella, como son: patadas, pellizcos, golpes, jalón de cabello, entre otros. Este tipo de agresiones puede tener consecuencias irreparables, como la hospitalización del agredido.
La identificación del acoso gestual es más complicada de descubrir, ya que no deja rastros visibles. A la persona agredida, estos pueden ser: una mala mirada, una señal obscena, un gesto, entre otros (Juana Patlan 2009).[5]
Es crucial para los niños y jóvenes identificar las distintas formas de agresiones, pues al ser objeto de estas, pueden reconocer cada uno de sus signos, ya sea para poder protegerse o identificar los signos y prevenir con acciones apropiadas.
Asimismo, los niños violentos a menudo consideran las agresiones como un juego y, sin percatarse, ejercen algún tipo de violencia hacia sus pares. Por esta razón, es crucial divulgar este tipo de información para identificar que, con un apodo o un golpe, pueden ejercer acoso escolar a sus compañeros.
Bullying participantes
Dan Olweus (2001) describió distintos roles en la dinámica del bullying, existiendo agresores, cómplices de la agresión que la apoyan de manera activa o pasiva, espectadores, defensores, víctimas. Estos últimos hostigan a otros, pero a la vez son víctimas de hostigamiento o bullying de parte de sus pares. Tienden a ser impulsivos y responder agresivamente cuando son maltratados, a diferencia de quienes son propiamente víctimas de bullying, niños y jóvenes más bien pasivos y sometidos frente a la agresión, que se muestran inseguros, inhibidos, ansiosos y vulnerables.[6]
Bullying: Consecuencias
Paul Horton (2011): “Las investigaciones muestran que el bullying puede afectar a todos los involucrados, no sólo a los participantes, sino también al entorno más amplio: a los padres, a las familias, a la escuela y a la comunidad en general”.[7]
Cepeda y Garaigordobil (2013): “Algunos investigadores han mencionado que, como consecuencia del acoso, puede presentar bajo rendimiento académico y fracaso escolar, rechazo a la escuela, ansiedad, depresión, temor, baja autoestima, aislamiento, inseguridad, sentimientos de rechazo, soledad, insomnio, entre otros, lo cual afecta su vida diaria, su desarrollo personal y, en general, todas sus actividades, e incluso puede impulsarlo a tomas de decisiones extremas como el suicidio”.[8]
Las repercusiones relacionadas con este asunto pueden ser diversas y, como señalan los escritores previos, pueden ser extremadamente severas, dejando marcas en cada uno de ellos, y que frecuentemente desestiman las repercusiones que esta conducta puede provocar al agredir a un acompañante.
Conclusión
El bullying es una preocupación seria que requiere atención y acción. Todos los involucrados sufren las consecuencias, y es vital que se implementen programas efectivos para prevenir y abordar el acoso escolar.
Bibliografías
Boletim informativo do Ministério das Relações Exteriores, “Gabinete para os Direitos Humanos e Democracia 82”: A política de direitos humanos no México, Dezembro.
Cepede, C.E., Pacheco, D.P., García, B.L., and Piraquive, P. (2008). Acoso escolar a estudiantes de educación básica y media. Revista Salud Pública 10 (4), 517-528
Horton, P. School Bullying and Social and Moral Orders. Children & Society, Vol. 25, (2011), pp. 268-277. https://www.google.com/search?q=https://docs.google.com/document/d/1SMgx_83Kx_6_9TxMxATgHJutzZz-fvGc7u9B00hZ76Y/edit
Organización Mundial de la Salud. (2002). Informe mundial sobre la violencia y la salud: resumen (Organización Panamericana de la Salud, trad.). Washington, D.C. (Original work published as World report on violence and health: summary).
Olweus, D. (2011). Acoso escolar “bullying” en las escuelas: hechos e intervenciones [en línea]. Consultado el 09 de noviembre de 2011, de www.acosomoral.org/pdf/olweus.pdf.
Olweus Bullying Prevention Program: http://www.blueprintsprograms.com/factsheet/olweus-bullying-prevention-program.
Patlan, J. (2009). Bullying: tergiversación de los valores. Revista Aletheia, Psicología y Psicoanálisis, (28), 15-17. México: Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social.
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Rashmi Shetgiri (2013). Acoso y victimización entre niños. Adv. Pediatr. 2013; 60(1):33-51 Adv. Pediatr. Declaración del autor: Rashmi Shetgiri (2013).
[1] Rashmi Shetgiri (2013). Bullying and victimization among children. Adv. Pediatr. 2013; 60 (1):33-51 Adv. Pediatr. Manifiesto del autor: Rashmi Shetgiri (2013).
[2] Ministry of Foreign Affairs, “Office for Human Rights and Democracy 82” Boletín informativo: The policy of human rights: in Mexico, Decem
3 de febrero de 2014. Recuperado el 9 de enero de 2018 de https://embamex.ser.gob.mx./dinamarca/imges/pdf/.
[3] Dan Olweus (2011). Acoso escolar “bullying” en las escuelas: hechos e intervenciones [en línea] [consultado el 09/11/2011]. Disponible en www.acosomoral.org/pdf/olweus.pdf.
[4] OMS Salud y Violencia en el Mundo, 2002. Informe mundial sobre la violencia y la salud: resumen, publicado en español por la Organización Panamericana de la Salud para la Organización Mundial de la Salud, Washington, D.C.
[5] Juana Patlan (2009). Bullying: tergiversación de los valores. Revista Aletheia, Psicología y Psicoanálisis, México: Instituto de Investigación en Psicología Clínica y Social, (28) 15-17
[6] Olweus Bullying Prevention Program: http://www.blueprintsprograms.com/factsheet/olweus-bullying-prevention-program.
[7] Horton P. School Bullying and Social and Moral Orders. Children & Society, Vol. 25, (2011) p. 268-277
[8] Cepede, C.E. Pacheco; D.P. García; B.L. y Piraquive, P. (2008). Acoso escolar a estudiantes de educación básica y media. Revista Salud Pública 10 (4), 517-528
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