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Primero sensibilización en la diversidad funcional, después la educación inclusiva

Por Torres González Ana L.

 

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Por Torres González Ana L.

Todas las personas somos el resultado de nuestras experiencias, aprendizajes, características personales, físicas, y todo lo que en el camino vamos retomando para nuestro propio desarrollo. Aunque llegamos a tener aspectos en común, somos seres diferentes, creando una diversidad dentro de la especie humana. Es así, que nos vemos diversos cuando algunos prefieren el color verde, otros el azul, otros son aficionados al futbol, algunos se comunican con las manos, otros ven con los oídos y manos, algunos utilizan una silla como transporte. Hay algunos que su estructura no tiene cavidad para los cambios y aunque algunos somos de un lado, otros de otro, uno tantos de en medio, todos, sin importar raza, gustos, religión, condición, etc., nos pronunciamos personas, y como tales tenemos derechos y obligaciones que se han estipulado. Dentro de estos derechos, se han creado algunos en específico que, basándose en la equidad, se dirigen a ciertos sectores de la población que por muchos años han sido invisibilizados y discriminados, tal es el caso de los niños y niñas con alguna condición de discapacidad (diversidad funcional). Estos derechos (La Convención de los Derechos del Niño, 1990; La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, 2006) velan por visibilizarlos como personas otorgándoles lo que merecen teniendo en cuenta su condición: inclusión social, laboral y educativa. Sin embargo, aunque hay organizaciones que los amparan, aún hay mucho por hacer en materia de derechos.

De esta manera, el presente artículo va dirigido a padres, madres, maestros y maestras de hijos o hijas con o sin discapacidad, ya que, aunque se enfoca puntualmente al sector infantil con alguna condición de discapacidad, es importante enseñar a toda la población sobre la diversidad. Debido a ello, los niños y niñas con discapacidad, son un sector doblemente vulnerable, por lo que es importante que se les brinden los medios y las estrategias, desde el hogar y escuela, para que todos y todas se desenvuelvan en sus contextos de manera independiente, buscando una mejor calidad para cada uno (a), empezando por una sociedad, familia y maestros conscientes y sensibilizados ante la discapacidad para poder actuar hacía la inclusión.  

En este sentido, partiendo de que la diversidad se entiende como la abundancia de una variedad de cosas (Real Academia Española, 2019), tendremos que la diversidad funcional hará alusión a las distintas maneras en las que las personas se desarrollan y funcionan desde lo que son y pueden hacer (orgánicamente y actividades habituales) dentro de sus diferentes contextos. Dicho término se crea a partir de la necesidad y urgencia, de visibilizar y romper con los términos peyorativos y las barreras a las que se enfrentan las personas con discapacidad (Romañach y Lobato, 2005). Y es que la manera en la que nos dirigimos hacia las personas pronóstica cómo será nuestro comportamiento hacía ellas, ya que no es lo mismo decir “autista” a persona con autismo, en el primero, anteponemos la condición y en el segundo lo reconocemos como persona, partiendo de la concepción de que la persona no es la condición. Por ello, como parte de una acción para generar un lenguaje inclusivo en nuestro país, el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de la Ciudad de México, creó la Guía para el uso del lenguaje inclusivo desde un enfoque de Derechos Humanos y Perspectiva de Género (2015), siendo una herramienta de utilidad para comenzar a utilizar los términos adecuados y contrarrestar la discriminación. Aunque no hay mejor forma de dirigirse hacía las personas con discapacidad que hablándoles por su nombre y tratándolos como personas. 

            Ahora bien, si como sociedad nos compete sensibilizarnos y concientizarnos ante la diversidad funcional, como padres de familia, maestros y maestras, es una tarea que se tiene que realizar día con día. Pero, ¿cómo se logra dicha sensibilización? No hay pasos o tiempo determinado para sensibilizarse ante dicho tema, ya que influyen nuestras experiencias, creencias, percepción de la realidad, etc. Por ende, podemos iniciar por hacer una introspección e informarnos ante el tema, dejando a un lado prejuicios o críticas y rompiendo con tabús que, por mucho tiempo, se nos enseñaron entorno a la discapacidad (antes con diferentes nombres). Aunque en pleno siglo XXI se tiene mucha información entorno a la discapacidad que ha ayudado a romper con esos tabús, todavía algunos llegan a ser utilizados por la falta de interés a la información. Tan es así, que aún hay profesores (a) que, al ver a un niño con discapacidad motriz dentro de una escuela, desplazándose de un lado a otro sobre el piso utilizando sus manos, les llega a impactar, ya que cuando no hay información o sensibilización respecto al tema se pueden emitir discursos como “pobrecito, por qué lo tienen así”, “ayúdenlo”, cayendo en “pobretearlo” y verlo como alguien inferior e invisibilizarlo, dejando de lado lo que el niño piensa y siente, en donde incluso se le brindó la ayuda, y respondió que no, que él “es fuerte y puede”. Esto demuestra que tanto el lenguaje impacta en la manera en la que nos dirigimos hacía ellos, como la actitud y la percepción que poseemos de la realidad, porque la realidad es que ese niño tiene una discapacidad motriz, pero como persona va a crecer y será un adulto, para quien sus herramientas y estrategias adquiridas desde infante le ayudarán (objetivo principal) a valerse por sí mismo, y eso, es lo mejor que podemos hacer como profesores, padres de familia y sociedad: impulsar a las personas con diversidad funcional a ser independientes.

            Continuando en esta línea, una vez que como escuela, maestros, maestras, padre y madre de familia nos autoevaluemos como conscientes y sensibilizados ante la diversidad funcional, será más fácil hablar de educación inclusiva. Lo que ésta busca es acatar a la diversidad de las necesidades de todos y todas las y los estudiantes, participando en el aprendizaje, culturas y comunidades, siendo importante la modificación de contenidos, aproximaciones, estructuras y estrategias, partiendo de que cada niño y niña tiene características, intereses, capacidades, necesidades y ritmos distintos, por lo que todo programa escolar y extraescolar debe estar dirigido a responder a todas y cada una de ellas (UNESCO, por sus siglas en inglés, 2017) . Además, se necesita que en todas las escuelas se tenga accesibilidad para todo niño y niña, así como una plantilla de maestros y maestras que en donde destaquen, más allá de tener maestrías, doctorados o muchos títulos, sea en calidad humana, empatía y amor por lo que hacen. A su vez, para hablar de inclusión se requiere que realicen ajustes razonables, dentro de una educación equitativa y coherente con lo que se imparte y se hace, tanto personal como profesionalmente. Teniendo lo anterior aprenderemos a incluir y no sólo a integrar, porque no sólo es tener un aula con diversidad funcional, sino sacar adelante a cada alumno (a) con todo lo que conlleva.  Si bien, en nuestro país, hemos comenzado a poner cartas en el asunto en materia de inclusión, ésta no sólo debe estar escrita en papeles, sino que se tiene que llevar a cabo en todas las instituciones educativas, tanto públicas, como privadas, valorando, comprendiendo, guiando y haciendo participe al padre o madre de familia de un hijo (a) con o sin discapacidad. Para ello, es importante que el padre o madre de familia sepa que no está solo, que está acompañado (a) y es comprendido (a), siendo un trabajo en equipo (escuela, especialistas y padres). Es importante, que tanto los padres, como maestros (as), acepten y sean conscientes de la realidad del niño o niña y actuar con relación a ella, rompiendo con expectativas que impidan que el infante avance, en su lugar, fomentemos su confianza, la propia, seamos humanos y aceptemos que habrá veces en las que podremos decir “estoy cansado (a), necesito ayuda”, que se vale llorar, pero siempre con la certeza de continuar.

            Finalmente, es necesario hacer hincapié en que la sensibilización ante lo diverso no sólo compete a los agentes que se ven involucrados en el área educativa o laboral, sino para toda la sociedad en general. Como profesores hay que crear puentes inclusivos, haciendo que nuestras clases tengan cavidad para todos y todas, iniciando por nuestra concepción y actitud que tenemos ante la diversidad, apoyando a nuestro alumno (a) con sus ajustes razonables y comprendiendo que todos y todas tienen ritmos y maneras diferentes de procesar la información; encaminemos a los hijos (as) a la adquisición de habilidades, conocimientos y estrategias que le permitan desenvolverse de manera independiente en todos sus contextos, evitemos normalizarlos y aceptemos que no sólo se va a la escuela a aprender a sumar, leer, escribir o adquirir conocimientos académicos, sino que también pueden potencializar habilidades artísticas, deportivas y sociales, que aporten a su vida adulta, de manera personal, profesional y/o laboral.  

Normalicemos la diversidad desde el respeto por el otro, el conocimiento y la calidad humana, y estaremos hablando de convivencia, no de inclusión.  

Referencias

Desarrollo Integral de la Familia (DIF). (2015). Guía para el uso del lenguaje inclusivo desde un enfoque de Derechos Humanos y Perspectiva de Género: Ciudad de México. Recuperado el 10 de julio de 2019 de: https://dif.cdmx.gob.mx/storage/app/uploads/public/59b/948/565/59b948565102b180947326.pdf

Organización de las Naciones Unidas. Enable. (2006). Convención sobre los Derecho de las Personas con Discapacidad de 2006. Recuperado el 10 de julio 2019 de: https://www.un.org/disabilities/documents/convention/convoptprot-s.pdf

Organización de las Naciones Unidas. (2019). Convención sobre los Derechos del Niño de 1990. Recuperado de: https://www.ohchr.org/sp/professionalinterest/pages/crc.aspx

Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés). (2017). Educación Inclusiva. Recuperado el 10 de julio de 2019 de: http://www.unesco.org/new/es/santiago/education/inclusive-education/

Real Academia Española. (2019). Diccionario de la lengua española: Diversidad. Recuperado el 10 de julio de 2019 de: https://dle.rae.es/srv/fetch?id=E0b0PXH

Romañach, J. & Lobato, M. (2005). Diversidad funcional, nuevo término para la lucha por la dignidad en la diversidad del ser humano. Foro de Vida Independiente y Diversidad (FVID). Recuperado el 10 de julio de 2019 de: http://forovidaindependiente.org/wp-content/uploads/diversidad_funcional.pdf

 

Diplomado en Psicología Clínica

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