ORIENTACIONES PARA ACOMPAÑAR A NIÑOS Y ADOLESCENTES EN SITUACIONES DE PÉRDIDAS (DUELO).
Por Rosa María Lara Murillo
Por Rosa María Lara Murillo
¿Por qué escribir sobre este tema?
Una primera razón, es sin duda el hecho histórico que estamos viviendo como humanidad, me refiero a la pandemia por COVID-19 y sus respectivas variantes, que sin lugar a duda ha tenido afectaciones diversas en cada familia, de las cuales la pérdida de seres queridos es el punto central para este artículo.
Una segunda razón, igualmente importante eres Tú, padre o madre de familia, tutor, maestro educador, entre otros, porque eres pieza clave como interventor de primera instancia ante situaciones de vulnerabilidad (duelos), que los pequeños y adolescentes que acompañas puedan expresar en su día a día. Razón por la cual, considero necesario adquirir alguna orientación en esta línea que permita acompañar de una manera más empática y segura a nuestros pequeños.
Empecemos por entender a qué se refiere cuando hablamos o escuchamos que una persona está pasando por un duelo. De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, la palabra duelo, proviene del latín “dolus” que significa dolor, lástima, aflicción o sentimiento. De tal modo, vivir una situación de duelo tiene que ver con demostraciones que se hacen para manifestar el sentimiento que se tiene por la muerte de alguien.
Pero en niños pequeños y adolescentes, un duelo no siempre tiene que ver con la muerte de una persona, también puede ser la muerte de su mascota, la pérdida de una amistad, la ruptura de un noviazgo, la separación de sus padres, entre otras situaciones. Tanto en la escuela como en la consulta, encuentro oportunidades para acompañar a estos pequeños en dichas situaciones de vulnerabilidad. Sin embargo, también sé por los mismos padres de familia y maestros, la necesidad que existe de saber qué se debe decir en esas circunstancias. Razón por la que comparto con ustedes algunas orientaciones que pueden ser útiles ante situaciones de pérdidas.
- Hablar de muerte debe ser algo natural.
Como hablar de una película, de algún personaje o artista que puede no gustarnos, de proyectos, planes a corto o mediano plazo, de la escuela, los amigos, de los maestros, nuestros padres, etc. La muerte es inherente a la vida. No existe una sin la otra. Somos bastante creativos para celebrar el día de muertos, pero cuando se trata de abordar el tema con los chicos, no encontramos palabras. La muerte es inevitable. Todo ser vivo tendrá que morir en algún momento.
- Todo tipo de pérdida debe ser escuchada, atendida, sanada.
Si tu hijo o tu alumno se acercan contigo para platicarte de lo sucedido en su familia, podrás hacer algo de contención, entonces puedes preguntarle:
- ¿Quieres hablar de lo sucedido?
- ¿Necesitas algo?
Dedícale un espacio en ese momento, aunque sea breve. No lo dejes para después.
- Qué SÍ se recomienda:
- Escuchar atentamente, con todos tus sentidos, con respeto; (mamá: deja lo que estés haciendo en la cocina, papá: deja de ver el futbol, maestro: pide que te apoyen con tu grupo por algunos minutos) y atiende a esa personita.
- Muestra empatía, comprensión.
- Cuida tu lenguaje no verbal (gestos, posturas), trata de ser congruente con la situación.
- Valida la emoción del pequeño, incluso puedes ayudarle a que identifique lo está sintiendo en ese momento. Puedes decirle: “está bien sentirse triste”, o enojado” según sea el caso.
- Asegúrate que las respuestas que le des sean concretas, claras y francas.
- Si el llanto se hace presente, no te asustes ni te inquietes. Es una manifestación natural de la tristeza o el dolor, permítele que llore.
- Que se debe evitar.
- Deja que el menor se exprese libremente. Tu función principal en ese momento es la escucha asertiva.
- Limitar o contener las emociones.
- Dar por hecho, asumir o interpretar desde nuestra propia experiencia.
- Minimizar sus emociones.
- Prometerle cosas que no podrás cumplir.
- Hacer uso de expresiones fantasiosas para consolarlo como: “él o ella sigue aquí contigo”, “desde el cielo te está viendo”, “en las noches te cuida”, Dios lo hizo un ángel, una estrella, etc.
- Evadir el tema o el diálogo. Si el menor está pasando por una pérdida evita decirle: “es lo mejor que le podía pasar”, “tu sigue adelante con tu vida”, “Dios así lo quiso”, “tienes que ser fuerte”, “sé como te sientes”, entre otras. Esas frases sólo transmiten alejamiento emocional.
Estas orientaciones se podrán llevar a cabo cuando el menor acude a ti para compartirte lo sucedido, momento en cual tú haces consciencia de la necesidad de tu hijo o alumno, según sea el caso.
¿Pero qué sucede cuando no nos comparten nada?
Debemos estar atentos a manifestaciones, comportamientos o actitudes que puedan darse dentro de la dinámica familiar o en el aula. Para ello, la comunicación, el diálogo constante, la cercanía, la observación, deben ser parte del quehacer diario entre los padres de familia y sus hijos, así como de maestros hacia sus alumnos.
El miedo que experimentan los adultos ante situaciones de muerte o pérdidas de otra índole hace que en ocasiones elijan callarse u ocultar los hechos. La mayoría de los adultos comentan en consulta que lo único que piensan es en proteger del dolor a sus hijos. Consideran que son pequeños para entender la muerte y los dejan fuera. Pero es todo lo contrario, si les evitan el dolor o enfrentar situaciones que les cause sufrimiento, los harán poco tolerantes a la frustración y les estarán limitando la posibilidad de desarrollar las habilidades socioemocionales que necesitarán en la edad adulta para enfrentar estas situaciones.
Estoy segura de que tus intenciones de cuidado hacia los pequeños son buenas. Sin embargo, siempre será mejor informarse, hacerse acompañar, formarse, para brindar un mejor acompañamiento.
“La muerte solo puede causar pavor a quien no sabe llenar el tiempo que le es dado para vivir”
Vícktor Frankl.
Diplomado en psicología clínica
Atenta invitación
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