El Método Grief Recovery (Grief Recovery Method) es un programa estructurado de acción emocional diseñado para ayudar a las personas a completar el duelo por pérdidas significativas. Además de ayudar a afrontar la muerte de un ser querido, se amplió para abordar psicoterapéuticamente divorcios, rupturas, pérdida de salud, pérdida laboral, cambios vitales, adicciones y cualquier experiencia que genere dolor por pérdida.
Dicho método fue creado por John W. James, su fundador original, pero luego recibió ayuda de Russell Friedman, coautor y difusor posterior de la obra The Grief Recovery Handbook, y en conjunto fundaron los dos el Grief Recovery Institute en Estados Unidos.
Este proyecto se originó en la década de 1970, en California, Estados Unidos, a raíz de que John W. James perdió a su hijo recién nacido en 1977, lo cual lo llevó a experimentar un duelo profundo, y al no encontrar herramientas efectivas en la psicología tradicional de aquel entonces, empezó a diseñar un programa práctico para procesar el dolor, que se fue consolidando en los años 80 y 90, hasta convertirse en lo que hoy se conoce como el Método Grief Recovery, adoptado internacionalmente.
Su esencia está en que el duelo no se “supera” simplemente con el tiempo por sí solo, sino a través de un proceso consciente que permite expresar y completar los sentimientos inconclusos relacionados con la pérdida.
Cuenta con un manual principal: The Grief Recovery Handbook. The Action Program for Moving Beyond Death, Divorce, and Other Losses (El manual de recuperación del duelo. El programa de acción para superar la muerte, el divorcio y otras pérdidas) elaborado por John W. James y Russell Friedman, publicado en 1988 por la editorial estadounidense Harper & Row (luego llamada HarperCollins), y posteriormente reeditado bajo el mismo título pero con el agregado: “incluyendo la salud, la carrera y la fe”, por el Instituto de Recuperación del Duelo, que a su vez cuenta con un digesto accesible gratuitamente bajo el nombre de Método Grief Recovery para la Superación de Pérdidas Emocionales, 61 pautas sobre la experiencia del dolor emocional y como ayudar a las personas a superarlo.
El Método se plantea como de utilidad para superar pérdidas emocionales, parte de la comprensión del duelo en un sentido muy amplio, como un “dolor emocional”, que es “único” e “individual” ante cualquier clase de pérdida, aunque en otros contextos puede manejarse, de manera más limitada, reducida, como “dolor por una muerte”.
John W. James y Russell Friedman definen al duelo como:
“1. …Reacción normal y natural ante una pérdida emocional significativa de cualquier clase. 2. …Conjunto de sentimientos encontrados causados por el fin, o el cambio, de cualquier patrón familiar de comportamiento. 3. Sentimiento de buscar a alguien que siempre ha estado disponible para nosotros, sólo para caer en la cuenta que cuando le necesitas de nuevo, ya no está”.
Según los autores, existen al menos cinco “Respuestas típicas en relación con el duelo”, incluyendo:
“Concentración reducida. Sensación de adormecimiento o ‘estar como dormido’. Patrones de sueño alterados. Cambio en los hábitos alimenticios. La energía emocional se encuentra en una montaña rusa”.
Agregan “más de 43 pérdidas que producen duelo”, como son los casos de “muerte, divorcio, retiro, mudanza, pérdida de una mascota, cambios en la situación financiera (tanto incremento como decremento en la riqueza), pérdida de la salud, problemas legales, ‘nido vacío’, fin de una adicción, comenzar la escuela”, a los que agrega otros tipos de “pérdidas intangibles” causantes de “dolor emocional”, entre ellos la “pérdida de la confianza, pérdida de la seguridad, pérdida de control, pérdida de la fe” y la “pérdida de la fertilidad”.
Aunque según el manual de los citados autores, para el duelo “no existen etapas”, ni tampoco se “puede clasificar”, alude a la autora Elizabeth Kubler Ross pero aclara que sus textos fueron escritos en relación con “la muerte y el morir, no sobre el duelo”.
Vale la pena destacar esta aclaración acerca de la confusión generada por asociar a Kubler Ross con el duelo, pese a que ella se centró fundamentalmente en LA MUERTE Y EL MORIR:
“Ella fue muy específica en esta distinción en sus libros. Sin embargo, los medios y las universidades le han anexado su trabajo al duelo. Esta mala información tan familiarizada ha lastimado a muchos dolientes a través del tiempo”.
En ese mismo orden de ideas, advierte que “No hay absolutos en el duelo”, no existe una misma respuesta debido a que cada quien vive de distinta manera su experiencia.
En el aspecto clínico, sostiene que “el duelo es normal y natural. No es una condición patológica ni un desorden de la personalidad”, aunque “muchas veces” se ha “confundido o malinterpretado como trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), depresión, trastorno de estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés), y muchas otras condiciones patológicas”, lo que puede derivar en un mal diagnóstico y en consecuencia un mal tratamientos, pues “a estos dolientes malinterpretados se les recetan, de forma incorrecta, distintos medicamentos, que normalmente son obstáculos en el camino de recuperación de la pérdida” pues, cuestiona, “¿Cómo sé si yo, o alguien que conozco, está inconcluso con alguna pérdida?”, cuando ese alguien no está dispuesto a abordar el tema de la pérdida, un planteamiento ya expuesto antes por James y Russell en el libro Superando Pérdidas Emocionales (Sheman Oaks, California, 2000).
Vale la pena destacar textualmente algunas de las máximas principales en torno al duelo:
Más confusiones en torno al dolor emocional
Según el método en cuestión, entre los errores más comunes en torno a la apreciación del dolor emocional se encuentran los siguientes
Quejas comunes de los dolientes
Según el resultado de una encuesta mencionada en el manual, de 141 “comentarios frecuentes” relacionados con el duelo, sólo 19 resultaron útiles. Los desafortunados fueron: “Con el tiempo estarás bien. Yo sé cómo te sientes. Ya no te deberías seguir sintiendo así. Mira el lado bueno, por lo menos está en un lugar mejor. No te sientas mal. Su sufrimiento terminó. No te enojes con Dios. Estás joven; todavía puedes tener otros hijos. Era sólo un perro, gato, pájaro, etc.”.
Entre los que no fueron útiles se mencionaron algunos como los siguientes:
La propuesta del método Grief Recovering es usar otras frases y actitudes de más ayuda:
Asimismo la palabra culpa “surge frecuentemente en la plática de los dolientes”, por ejemplo:
El Método “Grief Recovery”
El Método de Superación de Pérdidas Grief Recovery plantea que la recuperación del duelo no ocurre por el simple paso del tiempo, sino a través de acciones concretas y adecuadas que la persona doliente realiza. Muchas veces, quienes atraviesan una pérdida carecen de la información y las herramientas necesarias para tomar decisiones saludables frente al dolor. La recuperación implica sentirse mejor, encontrar un nuevo sentido en la vida y perder el miedo a volver a ser herido emocionalmente. También supone poder recordar lo vivido con gratitud y serenidad, sin que las memorias se conviertan en sufrimiento.
Asimismo, este proceso implica el reconocer que la tristeza es natural y que hablar de lo que se siente está bien, sin importar la reacción de los demás.
Se trata de que “la recuperación significa sentirse mejor”, así como “encontrar nuevo sentido a la vida, sin el temor de ser heridos nuevamente”, teniendo “la capacidad de disfrutar memorias agradables sin que se nos conviertan en un dolor”, reconociendo que está “bien sentir tristeza de vez en cuando y poder hablar sobre esos sentimientos”.
Más allá de aliviar el dolor inmediato, la recuperación consiste en adquirir habilidades emocionales que deberían enseñarse desde la infancia y que permiten afrontar las pérdidas de manera directa y constructiva. Se trata de un camino exigente, que demanda atención, apertura, voluntad y valentía, pero que abre la posibilidad de reconstruir la vida con mayor fortaleza y autenticidad.
Algunos de los puntos destacables son: “Habilidades (que) nos permiten manejar la pérdida de forma directa”, aceptando que “no es una tarea sencilla”, y por eso es necesario “prestar atención” a dicha recuperación, a través de determinadas acciones al respecto, con “apertura de mente”, “voluntad” y “valor”.
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* José Landa es psicólogo, comunicólogo, escritor y editor. Maestro en Psicología Clínica Cognitiva Conductual, licenciado en Psicología y en Ciencias de la Comunicación. Maestrando en Criminalística, Criminología e Investigación Criminal, con estudios de Especialidad en Grafoscopía, Documentoscopía y Lofoscopía, así como psicólogo forense certificado.
Autor de 18 libros publicados en México, España, Guatemala y Canadá, algunos traducidos al francés y portugués. Ganador de numerosos reconocimientos, como el Premio Internacional “Ciudad de Alcalá” (Madrid, 2020), Premio al Mejor Producto de Comunicación (Consejo de Ciencia y Tecnología de Tabasco, 2020), beca del Programa Edmundo Valadés como editor (FONCA, 2014).
Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA), un programa de élite del gobierno federal que patrocina a artistas con amplia trayectoria desde 1989.
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