El juego infantil, mas allá de una simple expresión de niñez constituye un elemento único, fundamental y trascendental para la incursión del niño en la realidad, sociedad y la familia. A través de este se alcanzan diferentes aspectos propios de una persona adecuadamente desarrollada misma que conserva en si las bases del juego siempre y cuando se hayan promovido. Esta última cualidad constituye la puerta de ingreso al mundo de la terapia adulta, la convivencia social y muy importante la crianza adecuada de los hijos a través del encuentro de los niños de antaño y los de estos días.

Palabras clave

El juego infantil, desarrollo infantil, los niños de antaño y los de ahora.

Introducción

            La infancia ciertamente conforma un momento único y transcendental para conformar adultos más sanos, adaptados y felices. Los elementos de esta crianza han sido objeto de estudio desde hace muchos años y es de importante relevancia las conclusiones a las que han llegado académicos de la talla de Vygotsky, Piaget, Bruner o el mismo Freud. Todos ellos abordan elementos de singular notoriedad. Dentro de estos nos enfocaremos brevemente en el juego. Ese elemento tan único y propio de los niños que desarrollan como expertos sin la necesidad de las reglas y complejidades del conocimiento.

Desarrollo

            El juego ciertamente es una actividad que se asocia siempre con una condición infantil, como una propiedad única y exclusiva de los niños llegándose a ocupar de manera denigrante en ciertos ámbitos de algunas culturas, especialmente aquellas que aprecian lo que han denotado como “madurez”. Desde este punto de vista el juego es un sinónimo de algo negativo, regresivo y de una pérdida de tiempo. No es hasta estos últimos años que hemos comenzado a comprender que el juego constituye una actividad primordial del ser humano, constituyente de su personalidad, conocimiento y habilidades para una incursión social adecuada por lo que forma parte del desarrollo de las personas en la infancia y que se manifiesta en etapas avanzadas también.

            El juego se vuelve un elemento transversal en el ser humano y su desarrollo, estableciendo diferentes manifestaciones que corresponden a realidades evolutivas del niño. Este elemento tan poco valorado y tan significativo al mismo tiempo, es no solo importante sino fundamental como factor de desarrollo infantil en diversas áreas de la construcción del ser humano.

            El juego está relacionado directamente con una actividad imaginaria, una actividad de carácter mental en donde se pueden desarrollar experiencias que por más de una verdad es imposible llevarlas a un ámbito externo. Esta vivencia mental y por lo tanto interna, se conforma de reglas y relaciones que utilizan símbolos para su representación, mismas que serán ampliamente útiles para la adopción de las reglas de la vida y de los valores relacionales que constituyen ser una persona social y la manera esperada de vivir en sociedad (Ortega, 1988).

            En un similar sentido, el jugar e interactuar con las cosas le brinda al niño la oportunidad de comprender como funcionan los objetos, las relaciones, las reglas a través de los ejercicios de prueba y error en los que el niño se involucra y que muchas veces se perciben como “ el niño esta travieso” (Gutierrez Delgado , 2004).

            Tomando como base estos aportes, encontramos grandes ventajas en el ejercicio del juego en el niño (Gutierrez Delgado , 2004) :

1.      Contribuyen al desarrollo del potencial cognitivo, la percepción la activación de la memoria y el arte del lenguaje.

2.      Favorece su desarrollo cultural y emocional proporcionando una salida  cuando se presentan frustraciones de carácter intelectual o académico evitando así la rabieta.

3.      Brinda un medio de desarrollo de los instintos heredados todavía sin formar resultado de un agente natural educativo.

4.      Brinda un canal natural para la expresión de la energía propia de esta etapa evolutiva.

5.      Permite la expresión del niño de sus emociones, sus deseos y su realidad propia.

6.      Abre la posibilidad de mejorar su desempeño en diversas actividades propias de su edad y desarrollo motriz a través de la repetición.

7.      Brinda la posibilidad de establecer terapias de carácter psicológico, pedagógicas, etc. Debido a los poderes terapéuticos que Shafaer identifica en su obra. (Schaefer & Drewes, 2012).

El adulto que juega

                  El juego genera una atmosfera de seguridad, tranquilidad y confianza. Estos elementos generan en la persona bienestar experimentado de manera íntegra gracias a que dentro de los adultos se encuentran las estructuras vivenciadas en sus primeros años de formación, estructuras forjadas con la misma experiencia lúdica que ahora nuestros hijos utilizan con un carrito, una muñeca, una pequeña hoja o una caja de cartón en los mercados de nuestras populosas ciudades. Esto nos indica que es viable para la persona adulta regresar a estos recursos sanadores debido a que se generan elementos de transición benévolos: la liberación de estrés que nos brinda el hecho de jugar porque si, de ser simplemente nosotros mismos quitándonos por un momento conveniente aquello que nos aleja de la infancia (los problemas de la oficina, los impuestos o incluso la enfermedad que nos noticieros promocionan como un apocalipsis). Esto provee la herramienta para experimentar lo que consideramos como exitoso, acá podemos ser nosotros ganadores en nuestras más profundas aspiraciones gracias a que el juego adulto nos provee de un dominio de la situación creando la seguridad necesaria y la aceptación de nuestra persona. Estos elementos facilitan que emerjan otros que son fundamentales sobre todo en la terapia para adultos: evaluación lúdica, la comunicación de lo que es difícil comunicar, insight o la posibilidad de darnos cuenta de aquello que hasta ahora no nos ha sido posible reconocer y la combinación de todos estos elementos como poderes generadores de cambio. Esto confirma la viabilidad del juego para el adulto. (Schafaer, 2005).

Conclusiones

            El juego constituye un elemento esencial para el desarrollo adecuado de los niños y niñas tanto como persona humana como persona social. Este le provee al menor la oportunidad de adaptarse mejor a través del desarrollo de capacidades potenciales al ser llevadas a la ejecución.

            El ser humano adulto conserva dentro de sí elementos de su infancia que le permiten responder armónicamente ante situaciones que pueden ser catalogadas como juego beneficiándole al facilitar que emerjan propiedades que las sociedades modernas han enterrado hasta casi su desaparecimiento.

            Al encontrar por lo menos un punto en común: el juego, tanto el niño como el adulto tienen la posibilidad de compartir una realidad única en la que se encuentren sin un estado de competencia o de superioridad contra juegos aparentemente sin importancia. Esta posibilidad constituye una puerta única y maravillosa para la integración de los constituyentes que bien pueden ser partes de una familia, la escuela o la sociedad.

            Todo ello construye un puente entre los niños de ayer y los de ahora y con esto la posibilidad de criar personas más sanas, felices y adaptadas.

Bibliografía

Gutierrez Delgado , M. (2004). La Bondad del Juego. Escuela Abierta n.7, 153-182.

Ortega, R. (1988). El Juego Infantil. Revision de la teoria de Vygotski sobre la naturaleza psicologica del juego. Investigaciones en la Escuela n.4, 19-24.

Schaefer, C. E., & Drewes, A. A. (2012). Poderes Terapeuticos del Juego y la Terapia de Juego. Mexico: Manual Moderno.

Schafaer, C. E. (2005). Terapia de Juego con Adultos. Mexico: Manual Moderno.