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LA IMPORTANCIA DE LA FAMILIA PARA UNA ESTABILIDAD SOCIOEMOCIONAL

Por María Ofelia Miranda Espinosa

 

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Por María Ofelia Miranda Espinosa

La familia es el grupo más íntimo al que pertenece una persona, a lo largo del tiempo, ha sido definida de diversas maneras y desde distintas perspectivas, consanguinidad, la relación legal, de convivencia, o por los lazos emocionales; lo cierto es que la familia es la institución más antigua y más resistente a los cambios sociales, políticos, culturales y económicos.

Es en ese grupo  donde el individuo se siente con más confianza y más identificado, además, los valores, experiencias, tradiciones y costumbres de la familia impactan en la vida de cada uno de sus miembros y muchas veces definen el comportamiento que estos presentan cuando se encuentran fuera del círculo familiar; por ende es innegable que para la mayoría de las personas la familia tiene un papel importante en su vida debido a que las experiencias tempranas serán determinantes en  el comportamiento de cada individuo.

Escartin, (2008), afirma que, cada familia tiene un estilo propio de cumplir sus funciones tanto intrínsecas como extrínsecas.

Como sabemos las funciones intrínsecas: son hacia el interior de la familia que incluye todos los miembros que la componen su vinculación entre ellos, el estilo de crianza, la misma cultura y de los valores; en cuanto a las funciones extrínsecas: son hacia la sociedad que incluye las diversas esferas donde se relaciona la familia ya sea individualmente como el contexto laboral o escolar, así como el comunitario.

Por otra parte, Coria (2012), refiere que, cuando una familia no cumple adecuadamente sus funciones tanto intrínsecas como extrínsecas, se observarán repercusiones de diferente índole en sus miembros, que van desde afectaciones leves hasta llegar a trastornos severos.

Coincidiendo con los autores referidos, Bowlby (1980), hace referencia de un modelo representacional (internal working model), este modelo, es una representación mental de sí mismo y de las relaciones con los otros que se construye a partir de las relaciones con las figuras de apego (la familia) y que servirá al niño en el futuro, para percibir e interpretar las acciones e intenciones de los demás y en actuará en consecuencia de estas interpretaciones. Es decir que el modelo representacional que construya el pequeño tendrá una profunda influencia sobre la personalidad, aptitudes, actitudes y las relaciones sociales que desarrollara en el futuro.

Si una persona, durante su infancia, tuvo un apego seguro con sus padres u otras personas significativas que se mostraron sensibles, responsivos y consistentes, sentando las bases de seguridad y confianza, se gestó entonces, una representación de sí mismo y de los demás como alguien digno de ser amado, respetado y valorado, estableciendo así una estabilidad emocional y cognitiva en el menor, redundando en la seguridad necesaria para establecer relaciones gratificantes a lo largo de su vida.

Por el contrario, si un niño tiene experiencias negativas con sus cuidadores, esto puede afectar a todas las áreas del menor: cognitiva (retrasos intelectuales, problemas para comprender su propia mente y la mente de los demás), emocional-sensorial (dificultades para regular los impulsos, las emociones, el deseo, los estados internos…), lingüística (retrasos en la aparición del lenguaje oral, alteraciones en el lenguaje comprensivo y expresivo), psicomotriz, generando trastornos que pudieran ser  leves hasta severos reflejándose  tanto en la cognición,  el aprendizaje como en la socialización.

En conclusión es de suma importancia destacar la necesidad de un  medio familiar óptimo, donde los padres o cuidadores brinden un apego seguro con el pequeño, mostrándose  atentos y receptivos promoviendo un vínculo afectivo que le permitirá al niño una estabilidad socioemocional  mediante la cual podrá ser estimulada  la autonomía cognitiva y social disminuyendo drásticamente  la posibilidad de que los pequeños inicien en una etapa temprana sentimientos de  inseguridad, ansiedad, rebeldía y problemas escolares.

Como bien se sabe dichos sentimientos dificultarán, el establecimiento de relaciones adecuadas con otros niños y con otros adultos generando así el efecto bola de nieve ya que a medida que crece el niño, aumenta también un inadecuado desarrollo socioemocional puede llegar a generar trastornos de personalidad.

 

 

Referencias

 

Bowlby, J. (1980). La pérdida afectiva. Tristeza y depresión. Buenos Aires: Paidós, 1984.

Coria, A. (2012). Intersticios: Revista Sociológica de Pensamiento Crítico, 6(2), 175-186.

Escartin, J. M. (2008). El sistema familiar y el trabajo social.

Palacios, J. y Marchessi, A. (2007). Desarrollo Psicológico y educación: 1 Psicología evolutiva. Madrid. Alianza.

Diplomado en terapia infantil

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