“La psicoterapia es un enfoque para tratar problemas de salud mental conversando con un psicólogo, un psiquiatra u otro proveedor de atención para la salud mental. También se conoce como terapia de conversación, consejería, terapia psicosocial o, simplemente, terapia.” (Mayo Clinic, 2023)
Aunque ir a terapia puede sonar como una actividad sencilla, tan sólo encontrar un especialista cuyo enfoque vaya de acuerdo con nuestra necesidad, pedir cita y acudir en la fecha concertada, en la realidad puede ser un “reto” un poco mayor.
En muchas ocasiones, tomar la decisión de ir a terapia cuesta mucho trabajo, porque ponemos muchos obstáculos y prejuicios
“no la necesito/no es importante”
“para hablar ya tengo amigos/pareja/familia”
“si la gente se entera van a decir que estoy loco/ ¿qué van a decir mis amigos/familia?”
“es mucho dinero/tengo otros gastos”
“no creo encontrar a alguien que pueda ayudarme de verdad”
“no lo conozco, y lo que diré es muy personal, eso me incomoda”
“queda lejos, no podré ajustarme en tiempos/horarios”
Si hemos logrado avanzar de esa primera barrera mental y nos decidimos a acudir con un terapeuta, entonces empieza el juego.
La 1ª sesión es muy importante, establecemos (o no) una conexión con el especialista, nos sentimos cómodos, sentimos que nos escucha y que puede ser de ayuda para nosotros; en ocasiones (dependiendo de cada individuo) vamos directo al grano y sin rodeos a contar aquello que nos aqueja y que fue detonante para buscar ayuda, sin embargo, en muchos casos, vamos pero sostenemos una barrera de renuencia, entonces esperamos que el terapeuta “adivine” nuestro pesar sin soltar grandes trazos de información al respecto.
El terapeuta entonces buscará dejar en claro varias pautas, lo que reforzará nuestra idea de que “esto es innecesario” o, por el contrario, nos dará el último empuje para finalmente romper con la cadena de creencias irracionales sobre este tema, estas pautas son:
*Frecuencia de las sesiones: por lo regular, los terapeutas sugieren que idealmente acudamos a consulta semanalmente, e ir espaciando este lapso conforme nos vayamos acercando al término del tratamiento. Posible pensamiento: “el gasto será enorme por venir 4 o 5 veces al mes, hay otras prioridades”
*Medios de contacto y especificaciones de estos medios: el terapeuta puede proporcionarnos un número de contacto con WhatsApp o únicamente correo electrónico, sin embargo, siempre aclaran que este medio es para agendar citas, aclarar brevemente dudas sobre alguna tarea post sesión o EMERGENCIAS, es decir, situaciones donde verdaderamente es indispensable hablar con él antes/después de la sesión, no para platicar de algo de nuestro día, alguna situación adversa dentro de él y con ello extender el tiempo de terapia fuera del consultorio. Posible pensamiento: “espera que con 50-60 minutos a la semana pueda hablar de todo, ¿únicamente si me corto las venas puedo hablarle?, qué falta de empatía”
*Tiempo de cada sesión: por lo regular las sesiones de terapia no suelen durar más de 60 minutos cada una, por lo que el terapeuta orienta al paciente a que sea breve pero consistente en su relato, de forma que no se pierda de vista la intención y propuesta de trabajo de cada sesión. Posible pensamiento: sentí que me cortó de tajo cuando intentaba hablar de mi semana, parece que no le importa, 60 minutos no son suficientes, me siento carrereado”
*Aclaración de que es una guía, no una receta: los terapeutas ofrecen la posibilidad de adquirir herramientas de gestión emocional que ayuden a lidiar con el día a día del paciente, que mejoren su perspectiva y amplíen su campo de percepción cuando se trata de un problema, facilitando la resolución de conflictos, pero esto no quiere decir que nos brindan una serie de pasos a seguir enumerados que con hacer al pie de la letra uno por uno los problemas se resuelvan casi por sí mismos. Al final, el paciente tiene la capacidad de percibir de determinada forma sus problemas, y no siempre tiene el interés por solucionarlos sin antes poner cierta resistencia, ellos brindan consejería, guía y apoyo, pero no resuelven, el problema es nuestro y quienes actuamos a favor o dificultamos el proceso somos nosotros. Posible pensamiento: “entonces pago y no hay garantía de que mi problema se resuelva”
*Tareas entre sesión: la terapia se ve sumamente favorecida cuando al salir tenemos ciertos quehaceres extra, las famosas tareas. Entre los beneficios que aportan están: reforzar lo trabajado en sesión, trasladar lo aprendido a la vida diaria, obtener el máximo provecho de la sesión, conocer avances y dificultades, mejorar la capacidad de autoconocimiento, promover la responsabilidad con la terapia. Posible pensamiento: “las tareas no son útiles, qué flojera hacerlas, es ponerme a pensar mucho y no tengo tiempo, me pide que haga cosas que no me gustan, los demás no cooperan”
*Duración aproximada del tratamiento: algunos terapeutas pueden dar un estimado de sesiones que se requieren para abordar determinada situación del consultante, sin embargo, esta duración puede variar entre uno y otro ya que aunque el “padecimiento” sea el mismo, cada individuo es diferente y tiene necesidades y obstáculos personales diferentes también, de modo que la duración es sólo aproximada, pero depende mayormente del grado de compromiso que tenga el consultante, la frecuencia con que acuda a las sesiones, el interés que ponga en ellas, la resistencia al cambio que refleje, que haga sus tareas, entre otros. Posible pensamiento: “es demasiado tiempo para obtener un cambio, sólo quiere sacarme dinero”
*Expectativa vs realidad de la terapia: cuando acudimos a terapia, esperamos que con una sola sesión el terapeuta nos diga qué hacer, cómo solucionar nuestro problema, cómo evitar que a futuro reincida, cómo ayudar a nuestros hijos/pareja/familia a lidiar con sus propios problemas y, casi siempre, deseamos que sea sin que nosotros tengamos que pasar por un proceso incómodo de confrontación y cambio. Queremos que nuestros hijos mejoren su conducta, sin hacernos responsables de que nosotros somos quienes los educamos y, por ende, quienes les enseñamos (quizá desde la permisividad) a ser de ese modo, queremos que nuestra pareja cambie determinada conducta, cuando quien acude a terapia somos nosotros, no ellos. Queremos que nuestros papás dejen de controlarnos o meterse en nuestra vida, pero seguimos demostrando en nuestras actitudes y comportamientos que no somos lo suficientemente maduros como para no necesitar de su intervención (poniendo límites, demostrando capacidades, siendo autosuficientes). La realidad, como se mencionó arriba, es que el terapeuta no es mágico ni va a resolver nuestros problemas (mucho menos en una sola sesión) y librarnos de nuestros pensamientos intrusivos y destructivos; él/ella es guía, apoyo y consejero, pero no brinda instructivos paso a paso de cómo armar una vida donde yo sea feliz y pleno, hay un proceso que yo debo afrontar, hay cambios que aunque sean dolorosos necesito tener, hay límites que me hace bien poner a los demás y ponerme a mí, hay cosas (pensamientos, ideales, rencores) que me haría mejor soltar, y el cambio a mejor depende de mi (obviando la parte de que el terapeuta también esté comprometido con la terapia, esté cualificado para atender mi situación y hayamos entablado una relación de confianza y seguridad). Pensamiento: “el costo-beneficio no me convence, es prácticamente poner todo yo y él/ella sólo observar y si acaso opinar, no hace nada, no hay trabajo de su parte, para eso mejor busco soluciones el Google”
*Corriente/estilo que maneja el terapeuta: estemos o no familiarizados con las diversas corrientes de la psicología, muchos terapeutas nos explican cuál es la corriente que mayormente utilizan para las sesiones: cognitiva-conductual, humanista, sistémica, gestáltica, etc., nos explican las generalidades de las técnicas que derivan de la corriente que manejan y lo que buscan con ellas. Posible pensamiento: “creo que este método no será para mí, suena raro, suena inventado, suena a que no se logra nada con esas técnicas”
*Costo de las sesiones: todos los terapeutas manejan un costo por cada sesión, mismo que antes de concertar la cita ya fue aclarado y que no debemos pasar por alto ni buscar que se nos ofrezca una tarifa más baja, de lo contrario, lo ideal es buscar un especialista en el rango de precios que estemos dispuestos a pagar o bien, acudir a instancias de gobierno donde la ayuda es prácticamente gratuita (DIF). Posible pensamiento: “definitivamente no es para mí, es muy caro, no me alcanza, hay otros gastos en puerta más importantes, es pagar por ser escuchado”
Conclusión
Acudir a terapia siempre es beneficioso, ya sea que tengamos un problema en particular que nos aqueje, o simplemente por mera salud mental preventiva, tener un apoyo especializado es bueno para todos, sin embargo, debemos ser muy conscientes de lo que sí y lo que no implica la terapia, para no caer en juicios sin evidencia y propagarlos, así como para comprender que, como cualquier situación, requiere de nuestro compromiso, interés y entusiasmo para que obtengamos los mejores frutos. La salud mental, aunque de inicio pueda no tener evidencia física cuando está deteriorada, con el paso del tiempo, si no es atendida, puede ser igualmente problemática que muchas enfermedades físicas.
Referencias
Mayo Clinic (2023). Psicoterapia. Mayo Clinic. https://www.mayoclinic.org/es/tests-procedures/psychotherapy/about/pac-20384616
Acerca de lo que compartimos en el Blog:
La AMPSIE no es responsable por ningún contenido de videos, fotos, artículos libros enlazadas con este blog. Todo ese contenido está enlazado con sitios tan conocidos como YouTube, Vimeo, Vevo, recursos y libros encontrados en la web, del mismo modo si tienes algún recurso que quisieras compartir libremente para la comunidad, puedes enviarlo a nuestro correo y pronto lo verás publicado. El objetivo de este blog es promover la difusión de la psicología, la psicoterapia y la educación, no la piratería. Si tú consideras que algún contenido de este blog viola tus derechos, por favor contactar al web master y lo retiraremos inmediatamente. Por favor escribe a [email protected]