Fatiga por Compasión (Burn-out)

Fatiga por Compasión (Burn-out)

Psic. Ángela Ramírez Sánchez

La fatiga por compasión es un concepto en evolución dentro de la Psicotraumatología y está directamente asociado con el costo de cuidar a otros que padecen sufrimiento emocional (Figley, 1982)

Entre los profesionales y trabajadores que llevan a cabo su labor en situaciones emocionalmente demandantes, altamente estresantes o traumatizantes a nivel secundario, esto es, que trabajan con personas que padecen alguna enfermedad terminal, con víctimas de violencia, de abuso, con personas afectadas por catástrofes o en situaciones límites, se puede generar un malestar que se denomina como estrés traumático secundario, traumatización vicaria o fatiga por compasión.

El trabajar con el sufrimiento humano después de algún tiempo genera una sensación de desánimo, indiferencia, agotamiento y pérdida de motivación, sobre todo cuando se trabaja muy de cerca con personas en estado terminal o en proceso de muerte.

Los psicoterapeutas, médicos, personal de rescate, trabajadores sociales, enfermeras y en general toda aquella persona que trabaja con el sufrimiento humano son más vulnerables a experimentar la fatiga por compasión y quienes trabajan con niños están más expuestos pues el sufrimiento infantil afecta más intensamente.

En 1995 Charles Fingley acuña el término Compassion Fatigue donde compassion se refiere a un fuerte sentimiento de empatía y un deseo profundo de aliviar el sufrimiento y las causas que lo originan. De tal forma que se generan los recursos para poder ayudar a otros pero al mismo tiempo se da una vulnerabilidad que deja lastimada a la persona que interviene, pues se genera un estrés producto de conocer el sufrimiento de una persona significativa.

“El burn-out es un estado de agotamiento físico, emocional y mental causado por el involucramiento en situaciones emocionalmente demandantes durante un tiempo prolongado” (Pines and Aronson, 1989). El burn-out o síndrome de “estar quemado” habla del desgaste emocional y físico que sufre la persona que interviene día a día en circunstancias altamente demandantes y genera principalmente insatisfacción por el trabajo realizado así como un fuerte agotamiento del Yo interior.

Se pueden distinguir cinco fases en el desarrollo del síndrome:

  1. Fase inicial de entusiasmo: caracterizada por un bienestar y fuertes expectativas por el trabajo que se va a realizar.
  2. Fase de estancamiento: las expectativas no se cumplen, se cuestionan el beneficio y remuneración por el trabajo realizado, el profesional no se siente capaz de dar una respuesta eficaz a las demandas que se le hacen.
  3. Fase de frustración: el trabajo carece de sentido, se manifiestan problemas de salud emocional, física y conductual.
  4. Fase de apatía: se manifiesta como una serie de cambios en la actitud y el distanciamiento llevando a cabo la labor de forma mecánica y se caracteriza sobre todo por un afrontamiento defensivo-evitativo de las tareas estresantes.
  5. Fase de quemado: aquí ya es visible el colapso emocional y cognitivo que puede llevar al profesional a dejar el empleo llevando una vida profesional frustrante e insatisfactoria.

Por tanto, la fatiga por compasión es la consecuencia natural, predecible, tratable y prevenible de trabajar con personas que sufren; es el residuo emocional resultante de la exposición al trabajo con aquellos que sufren las consecuencias de eventos traumáticos.

Se hace necesario entonces que todos aquellos profesionales que trabajan con personas que sufren deben ser conscientes que los sentimientos y emociones personales que les genera su trabajo tiene un costo que puede producir un alto deterioro de sus funciones laborales, sociales y familiares. Y que las personas con mucha capacidad de empatía son más vulnerables a padecer la fatiga por compasión.

Es necesario ayudar a los profesionales a reconocer su vulnerabilidad y afrontar de forma efectiva y saludable el costo de atender a las víctimas/pacientes, para prevenir la fatiga por compasión y otras consecuencias profesionales (Rothschild, 2009). Para ello es recomendable trabajar tres aspectos fundamentales:

  • Conexión con otros, desarrollar una comunidad terapéutica personal.
  • Psico-educación de los profesionales para identificar y desarrollar recursos nutritivos de apoyo y enriquecimiento
  • Autocuidado en el trabajo y la vida personal.

Según Pearlman, dar y recibir supervisión alivia la carga emocional sufrida por el terapeuta, ya que la supervisión en grupo puede promover la conexión con la realidad.

Artículo basado en el texto de:

Acinas, Ma. Teresa (2012), Burn-out y desgaste por empatía en profesionales de cuidados paliativos. Revista Digital de Medicina Psicosomática y Psicoterapia, 2 (4). España

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