Exposición de pantallas durante la infancia y sus consecuencias

Introducción

Durante la niñez, definida como el grupo de personas entre los 0 a los 11 años, transcurren muchos de los llamados períodos críticos, en los cuales la plasticidad cerebral de los niños es especialmente maleable a los estímulos ambientales, por lo que la exposición repetida a cualquier estímulo puede influir en el desarrollo neuronal, ya sea estableciendo conexiones o alterando procesos neuronales, al privar el cerebro de otras experiencias.

Desarrollo:

Diversos estudios exponen que el uso inadecuado de pantallas puede conducir a problemas de naturaleza distinta en el desarrollo de los niños. Se ha encontrado que en menores de 6 años una elevada exposición a la televisión se relaciona con alteraciones de las habilidades de motricidad gruesa; el tiempo de uso pasivo de pantallas (incluye ver TV o videos en cualquier dispositivo) está asociado negativamente con la función ejecutiva, las habilidades sociales, y el rendimiento escolar en matemáticas y ciencias; además de una relación negativa entre el tiempo de uso de pantallas en los niños y padres, y el desarrollo socioemocional. Estas pueden deberse en parte a que durante la niñez transcurren muchos de los llamados períodos críticos, los cuales representan ventanas de tiempo en las que el cerebro es especialmente sensible a los estímulos ambientales, como las pantallas y otros fenómenos que giran alrededor de estas, que pueden alterar estos periodos cruciales para el aprendizaje.

Respecto al lenguaje, los mencionados períodos críticos pueden durar toda la vida como en el caso de la adquisición de nuevo vocabulario, el cual tiene su punto álgido a los 18 meses, o ser muy cortos y finalizar antes del primer año como es el caso del aprendizaje fonético. Se ha encontrado que una mayor cantidad de tiempo de uso de pantallas en la niñez, incluyendo televisión de fondo o no dirigida directamente al niño, se correlaciona con un menor desarrollo de este y de otras habilidades cognitivas y motoras. La edad de inicio de exposición a pantallas es un factor determinante de sus efectos deletéreos y su postergación se relaciona con mejores habilidades lingüísticas; por ejemplo, programas como Plaza Sésamo que pueden ser pedagógicos para niños prescolares, muestran ser perjudiciales en niños menores de 1 año.

En cuanto a la sociabilidad se ha observado que un incremento en la exposición a pantallas en individuos entre 6 y 18 meses se asocia a conductas agresivas, de reactividad emocional, y conductas externalizantes. La exposición alta a pantallas a edades tempranas, especialmente los 3 primeros años, se puede relacionar con un mayor riesgo de presentar conductas autistas, tales como alteraciones en la conducta social y la comunicación, y patrones de conducta restrictivos y repetitivos. Incluso se ha propuesto la existencia de un fenómeno denominado “Autismo virtual”, en el cual, al retirar los dispositivos electrónicos a niños pequeños con estas conductas, mejoraron de manera notoria.

Conclusión

La exposición temprana excesiva a la pantalla se ha convertido en un factor ambiental importante para el bienestar neuropsicológico de los niños. La infancia y la primera infancia como población fueron de interés debido a que circundan los mencionados períodos críticos, en los cuales sus sistemas neurológicos están en desarrollo, siendo afectados por las acciones o labores que ejerce el niño en su vida cotidiana como hábitos de sueño e interacción con otros. El consumo de contenido mediante dispositivos electrónicos antes de los 2 años está asociado con problemas en el desarrollo conductual, social y del lenguaje; aunque es posible que las afectaciones en la atención y sociabilidad sean menos deletéreas si la exposición ocurre después de los 3 años.

Bibliografía

Robles, E. E., Shiomara, P. (2024). Uso de pantallas y su influencia en la cognición y los hitos del desarrollo motor de infantes mexicanos. Revista en psicología clínica con niños y adolescentes, 11(2), 21-28.