EL CONCEPTO EPISTEMIOLÓGICO DE CALIDAD EDUCATIVA

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EL CONCEPTO EPISTEMIOLÓGICO DE CALIDAD EDUCATIVA

Mtro. Rubén Gallardo Vargas

 

 

La gran relevancia o importancia que ha adquirido este término en toda la vida educativa del país desde hace aproximadamente 20 años, es sin duda un parte aguas de los cambios ideológicos que han existido desde la reforma de 1994. Con dicha transformación se buscó darle al sistema educativo la autoridad suficiente para autorregularse en cada región del país, limitando la hegemonía del centro sobre el resto de la federación.

Con ello se pretendía que cada región del país, tomando en cuenta sus propias características, se trazaran directrices firmes hacia una educación de calidad. Pero ¿Qué es calidad? Es un término totalmente subjetivo. Definir a ciencia cierta qué es la calidad es sin duda un arduo trabajo de investigación que conlleva necesariamente al pensamiento filosófico. Cada individuo dependiendo de su estructura valoral, cultural, social y hasta conductual puede crear un significado acorde a su propia imagen intelectual.

De ahí que es fundamental tener en mente estos factores para poder comprender la complejidad del concepto en sí. Calidad, como término empresarial es muy diferente a lo que se pretende instaurar como modelo de calidad educativa. De manera que querer asemejar los procesos de calidad industriales con los procesos educativos, han dado como resultado grandes problemas de aceptación, instauración y aplicación de los diferentes esquemas estudiantiles.

De aquí parte toda la problemática, que he podido observar, sobre la incapacidad de instituir un proceso de calidad en la educación nacional. Si se tienen problemas hasta para definir lo que encierra en sí la calidad, es entendible que haya una gama tan rica de ideologías que buscan, cada una por su lado, encontrar la solución a los graves problemas que aquejan día a día a nuestro sistema educativo.

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México posee un abanico muy rico de esquemas y escenarios sociales, culturales políticos y económicos que interfieren sin duda en los consensos sobre éste y otros temas de relevancia para la nación.

Se ha caído en el fenómeno evaluatoide exagerado, que ve únicamente a la evaluación como una única vía para asegurarnos que vamos por buen camino, que los recursos están siendo correctamente canalizados al servicio educativo nacional. Se busca poner en evaluación todos los procesos administrativos del país, lo cual no exenta al proceso de enseñanza aprendizaje; para lo cual la pregunta sería: ¿es realmente la evaluación como, se está utilizando, el medio para llevarnos a alcanzar en la realidad la tan anhelada educación de calidad que todos queremos?

La respuesta desde mi punto de vista es NO. Debido a la falta de claridad en la idea matriz de la evaluación. La evaluación debe tratarse de un proceso continuo y no esporádico. Debe ser cualitativo y nunca cuantitativo, se debe enfocar a un proceso reflexivo que lleve a todos los involucrados en la educación, a tomar medidas constantes sobre cada error que se haya podido detectar.

Otro problema es la búsqueda sorda y enclenque de la unificación en conceptos con la industria. Cero defectos es un estandarte de muchas administraciones empresariales, lo cual hacen de manera muy coherente muchas de ellas, sólo que aquí no estamos hablando de objetos, sino de personas con una carga emocional totalmente diferente en cada caso. No es lo mismo evaluar un proceso de producción de un refresco, que el proceso de formación de un individuo.

Por ello se puede concluir que la calidad es en sí un problema conceptual aún no resuelto, donde las paradojas entre quienes pretenden definir el concepto, nos lleva nuevamente a un callejón sin salida, donde la única opción posible, es iniciar de nuevo la búsqueda del concepto o resignarse al mismo camino sin éxito irremediablemente destinado para quien no sabe en realidad qué busca.

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