Detalles del significante en la lingüistería

Detalles del significante en la lingüistería

Silvia Aldara Flores Hernández

Este trabajo trata del significante lacaniano. El significante remite en principio a Saussure, pero Lacan lo retoma con varias diferencias relevantes para su uso clínico en psicoanálisis.

Al ser este un texto de carácter descriptivo y para mostrar las diferencias con el significante en la lingüística moderna se enuncian detalles del significante de, como propone Lacan, la lingüistería.

Dado lo anterior, es necesario entonces remitir a la historia del significante y a su inicio con Saussure, donde: “La lengua como ‘tesoro’ que la práctica del habla deposita para los hablantes en una comunidad dada, es una referencia que puede ser evocada cuando Lacan da una de las definiciones del Otro como ‘tesoro de significantes’ (Lacan, 1960). (TI 1989 p.789)”[1]

En el texto citado se destaca uno de los detalles relevantes del significante que Lacan retoma de Saussure para su clínica y la forma en que, a partir de la lingüística fundada por este último, Lacan hace lo que denomina ‘lingüistería’.

Y por tratarse del antecedente de la propuesta de la Lacan, es necesario retomar la descripción de la lingüística moderna de acuerdo a los términos de su fundador, Saussure, para quien las palabras son signos que componen la lengua y que poseen cualidades específicas y fundamentales.

Así: “El signo saussuriano es definido por tres propiedades: arbitrariedad, negatividad y bifacialidad”.[2] La arbitrariedad es la inexistencia de relación entre palabras y referentes, mientras que la negatividad es en el sentido de que un signo carece de una identidad en su definición, ya que ésta surge por la relación de ese signo con el resto de los signos de la lengua. La bifacialidad del signo saussuriano refiere a que lo constituyen a la vez tanto una imagen acústica como un concepto, que Saussure plantea precisamente en los términos de significante y significado.

Sin embargo, además de la propuesta de Saussure, Lacan tiene como antecedente la propuesta del psicoanálisis de Freud, autor a quien Lacan retoma y al que lee en los términos antes propuestos de la lingüística saussuriana.

Lacan ubica al psicoanálisis en relación a la contemporaneidad del panorama disciplinar de su época y este ‘retorno’ debe entenderse como un volver sobre la historia de los conceptos. Esto posibilitará poner de manifiesto la dimensión de la subjetividad en el psicoanálisis. Lacan introduce en el psicoanálisis el sujeto de la palabra y formula que el inconsciente está estructurado como un lenguaje. Esta estructuración pone de manifiesto la mencionada subjetividad.[3]

Así, en esta cita se pone de manifiesto que en Lacan no se conforma con retomar o afinar las propuestas de Freud sino que se plantea una reformulación a partir de los conceptos y terminología de la lingüística contemporánea, heredera de Saussure. Pero también en esta relectura o puesta al día de la propuesta freudiana en los términos de la lingüística, Lacan, entre otros, no considera que se distancia del pensamiento de Freud sino que el interés del padre del psicoanálisis en el lenguaje es claro en sus escritos, donde es posible detectar la preponderancia del significante sobre el significado, dada la relevancia de este fenómeno para comprender al inconsciente en la clínica.

Lo que Freud demuestra es la existencia de una lógica inconsciente, que no es un error ni un hecho azaroso, y la relación del síntoma con el uso particular del lenguaje. Lo que para el sujeto aparece como un olvido y las sustituciones realizadas, son testimonios de la existencia de lo reprimido y de su retorno en la cadena lingüística.[4]

En esta cita se explica cómo Freud considera que a partir del olvido de determinadas palabras por parte de quien es sujeto de análisis surge el material mismo a analizar. Freud muestra entonces la forma como funciona el inconsciente, sin minimizar la importancia de dichos olvidos como irrelevantes, ni desechar la relevancia de manifestaciones de la lengua cotidiana tan comunes como son los chistes. Así:

Para Freud el niño encuentra placer en el juego de palabras sin detenerse en la ‘significación y la coherencia de las frases’. La crítica o razón pone fin a ese juego y la necesidad de evitar la crítica y sustituir el estado de ánimo marcan el camino del juego del chiste, siendo el grado preeliminar del chiste, la ‘chanza’.[5]

Y como se señaló anteriormente, Freud también le otorga preponderancia a la imagen acústica por encima del concepto, en los términos de la lingüística, pues en el caso en que se sustituye la palabra olvidada por otra no es a partir de su similitud en cuanto a su significado sino por su parecido con algún rasgo del significante. Asimismo, en el chiste se dan juegos de palabras donde lo relevante es resaltar los rasgos del significante.

Lacan precisamente retoma ese punto de Freud cuando postula que el significante tiene preponderancia sobre el significado en la estructuración del inconsciente, aunque en este caso no coincida con la explicación disciplinar de la lingüística. De hecho, para Lacan: “El sujeto del inconsciente será situado como ex-céntrico, ex-sistente porque no existe. Esto quiere decir que no existe como sujeto sustancial sino que aparece por efecto de la articulación significante”.[6]

Y así como para Saussure la lengua es virtual y no sustancial, para Lacan el sujeto del inconsciente no posee tampoco existencia material al no estar localizado en ningún lugar del organismo humano. Surge entonces la necesidad de definir al significante en Lacan, para quien “[…] es siempre la expresión involuntaria de un ser hablante. Un gesto cualquiera sólo será significante si es un gesto inoportuno e imprevisto realizado más allá de toda intencionalidad y saber consciente”.[7]

Recapitulando, es posible entonces apreciar que tanto para Freud como para Lacan la preponderancia le corresponde al significante, pues también en el primero el significante remite a un aspecto tan involuntario como es el olvido de ciertas palabras.

De regreso a los antecedentes en Saussure y a su postulado de que el signo lingüístico carece de identidad propia en la medida en que el signo lingüístico es producto de la relación misma entre los otros signos lingüísticos de una lengua. Esto asimismo es válido para la postura de Lacan, pero referido específicamente al significante, al estar desprovisto en sí mismo de sentido, de significación:

El significante es, si a condición de permanecer ligado a un conjunto de otros significantes: es Uno entre otros con los cuales se articula. Mientras que el significante Uno es perceptible por el analizante o por el analista, los otros con los cuales se encadena no lo son. Estos últimos son significantes virtuales, actualizados antaño o aún no actualizados. La articulación entre Uno y los otros es tan estrecha que cuando se piensa en el significante, jamás hay que imaginarlo solo. Un aforismo lacaniano resume claramente esta relación: ‘un significante sólo es significante para otros significantes.[8]

Aquí se aprecia que el significante lacaniano es muy diferente al término que utilizan los lingüistas. La carencia de significado propia del significante lacaniano es tal que resulta necesario referir a uno de los usos que Lacan da al término de significante, precisamente por la relación académica que tuvo con el reconocido lingüista estructuralista Roman Jakobson. Así, Lacan retoma de Jakobson el uso que le da a las nociones de metáfora y metonimia para explicar los trastornos del lenguaje conocidos como afasias, pero en su postura del psicoanálisis los relaciona con el inconsciente y su cadena de significantes:

Según Lacan, la metáfora tiene la misma estructura que la represión (secundaria); `surge entre dos significantes cuando uno sustituye al otro tomando su lugar en la cadena significante’. Mientras que en la metonimia ‘el significante oculto permanece presente mediante su conexión metonímica con el resto de la cadena […]’[9]

La arbitrariedad del significante que plantea Lacan es entonces más radical que la de Saussure porque, al carecer de significado, al significante lo puede sustituir la metáfora o la metonimia para explicar las leyes del inconsciente. La ruptura fundamental con la postura saussuriana en este punto reside entonces en que el significante no corresponde a un signo bifásico; y así, ante la crítica de algunos lingüistas acerca del uso que hace del vocabulario técnico de esta disciplina, Lacan responde que él no hace lingüística sino ‘lingüistería’.

En principio, Lacan mantuvo una activa y fructífera discusión con otras posturas postfreudianas y propuestas surgidas del surrelismo a las que un bosquejo como el presente no alcanza más que mencionar.

Si bien este texto concluye en este punto, no pretender más que presentar la propuesta de Lacan del significante, a partir de los aspectos brevemente descritos en estas páginas sobre algunos de sus antecedentes en Saussure y Freud, faltarían aún varios detalles del significante lacaniano, dada la amplitud y complejidad de su concepción.

Bibliografía

Álvarez, José María et al, et al Fundamentos de psicopatología psicoanalítica, Síntesis, Madrid, 2004.

Nasio, Juan David, Cinco lecciones sobre la teoría de Jacques Lacan, Gedisa, Barcelona, 1998.

Tizio, Hebe M. Psicoanálisis y lenguaje. La aportación original de Jacques Lacan, (tesis de doctorado en psicología), Universitat de Barcelona, Barcelona, 1990.

* ‘Lingüístería’ es un término parte de la propuesta por Jacques Lacan, como se verá a continuación en el cuerpo del trabajo.

[1] Hebe M. Tizio Psicoanálisis y lenguaje. La aportación original de Jacques Lacan, (tesis de doctorado en psicología), Universitat de Barcelona, Barcelona, 1990, pp. 100-101.

[2] Tizio, Op. cit, p.101.

[3] Ibidem, p. 166.

[4] Ibidem, p 57.

[5] Ibidem, p. 61.

[6] Ibidem, p. 188.

[7] Juan David Nasio, Cinco lecciones sobre la teoría de Jacques Lacan, Gedisa, Barcelona, 1998 pp. 23-24.

[8] Nasio,Op. cit., pp23-24.

[9] José María Álvarez, et al., Fundamentos de psicopatología psicoanalítica, Síntesis, Madrid, 2004, p. 316.

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