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Criterios que se toman en cuenta para elegir el nivel de apoyo que recibirá una persona con discapacidad intelectual

 

Por Ana Beatriz Contreras Pérez

 

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Por Ana Beatriz Contreras Pérez

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud la discapacidad es un término que se usa de manera general, el cual abarca:

  • Las deficiencias,
  • Las limitaciones de la actividad,
  • Las restricciones de la participación.

La discapacidad intelectual es considerada como una limitación en las funciones y destrezas cerebrales que no permite que la persona pueda realizar muchas de las actividades que mayormente se realizan de manera autónoma.

Entre ellas se ven afectadas las funciones ejecutivas, relacionadas con la capacidad de comprensión, comunicación y, por ende, adaptación al entorno.

La discapacidad intelectual se encuentra clasificada por medio de niveles, no por síndrome como suele pensarse. Se enfoca al nivel de afectación cognitiva, conforme a la severidad, se catalogan desde discapacidad leve, moderada, grave y profunda.

Años atrás a las personas que presentaban alguna anomalía eran relegadas. En la actualidad esto es diferente, se han dejado atrás esos tipos de conducta y pensamientos, desde creer que podría estar relacionado con motivos espirituales a conocer las razones genéticas por las que se presenta determinado tipo de discapacidad.

De igual manera se han ideado estrategias que les apoyen a realizar actividades, a lograr objetivos y a poder llevar una vida digna.

En conjunto con los cambios en la sociedad, los avances, la innovación y el aumento de la información relacionada a investigaciones realizadas en torno a la calidad de vida de las personas con discapacidad ha surgido un modelo multidimensional que nos permite determinar el grado de afectación que la persona posee de acuerdo a sus áreas de desarrollo conforme al contexto donde tiende a relacionarse.

Esto se ha creado con la finalidad de poder brindarle una mejor atención, permitiendo aportar mayor desarrollo en los aspectos que requiera pudiendo tener mayor consideración ante un desglose más específico de su persona, sin excederse y sin que se le límite.

Este planteamiento evalúa por medio de dimensiones los apoyos que la persona con discapacidad requiere obteniendo así un resultado más óptimo.

Los niveles de apoyo se desglosan en cuatro, siendo:

  1. Intermitente, apoyo únicamente cuando sea necesario, es decir, que la persona no siempre requiere del apoyo o éste es de corta duración.
  2. Limitado, apoyos intensivos caracterizados por su consistencia temporal, por un tiempo limitado, pero no intermitente.
  3. Extenso, son aquellos apoyos caracterizados por ser regulares y que no se presentan únicamente en el hogar sino también en el trabajo y en otras áreas de su vida.
  4. Persistente sería aquel caracterizado por su constancia, de amplia intensidad, aplicado en distintos entornos y con la posibilidad de ser requerido a lo largo de su vida.

La evaluación se hace por medio de un cuestionario y observación directa, funge como herramienta de diagnóstico, ayuda a establecer un currículo con las necesidades de la persona, sus capacidades y la determinación de los sistemas de apoyo que requerirá.

Para poder conocer el nivel de apoyo requerido por la persona desde una perspectiva interaccionista, se toman en cuenta aspectos relacionados como las habilidades que el sujeto posee en relación al entorno donde se desarrolla y participa habitualmente, también las posibilidades de participación funcional, en cuanto a qué puede o no realizar el sujeto en cuanto a acciones, y por último los apoyos y respuestas que interactúan con él, esto con la finalidad de que a través del resultado del diagnóstico se les puedan brindar recursos adaptados a sus necesidades.

Se comprende como una manera optimizar su participación funcional en los entornos donde se desarrolla, de esto se desprenden los sistemas de apoyo.

Los sistemas de apoyo se determinan de acuerdo a cinco dimensiones totalmente ligadas con la participación de la persona en el contexto, son factores como las capacidades intelectuales, la conducta adaptativa, la participación, interacciones y roles sociales, la salud y el contexto.

Se pretende que a partir de esta evaluación se pueda obtener un panorama completo acerca de las necesidades que presenta la persona y cuál es la manera en que se puede ayudar a que tenga un funcionamiento individual adecuado, acorde a su situación, fomentando así aspectos como el bienestar, promoviendo el desarrollo y crecimiento, la estabilidad y le proporciona oportunidades que van de la mano con la calidad de vida que él desea vivir o que puede vivir de la manera más digna posible.

Referencias bibliográficas

Organización Mundial de la Salud. Discapacidades. Recuperado el 16/06/2020 en: https://www.who.int/topics/disabilities/es/

MANUAL DE USO PARA EL EMPLEO DEL BAREMO DE DEPENDENCIAS. (2007). España.

Diplomado en Psicologia Clínica

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