Ser profesor del siglo XXI, implica ser todólogo y a la vez especialista; saber estrategias pedagógicas, reconocer diversas metodologías, planes y programas de estudio vigentes, saber llevar acabo un plan de clase, construir materiales didácticos, llevar un seguimiento personal a los alumnos, compartir inquietudes con los padres de familia, reportar cualquier incidencia, dar a conocer el avance en cuanto a saberes, competencias y actitudes, preparar las ceremonias cívicas y los eventos especiales así como hacer uso adecuando de los recursos tecnológicos.

Pero principalmente trabajar con seres humanos en formación, seres que están desarrollándose física y emocionalmente, que al entrar llámese plataforma, clase a distancia o presencial, mostrar empatía y percibir el estado emocional de los alumnos sean cinco o hasta grupos de sesenta alumnos.

Ante las tareas descritas, el rol del profesor conlleva a ser un facilitador de los aprendizajes y saber lidiar con la vida personal, es decir, el ser fuera del aula, ser mamá, papá, esposa o esposo, hija o hijo.

Ante este panorama… ¿Es posible que el docente presente estrés o ansiedad?, ¿Que su cuerpo resienta cualquier síntoma indicador de la falta de descanso?

La respuesta parecería implícita, a su vez ¿Qué estrategias podrían apoyarle para equilibrar con los roles que ejerce?

Estas y otras incógnitas siguen aún vigentes.

A continuación, te comparto este artículo escrito por: Lorente Polain A: “El estrés de los profesores: Estrategias psicológicas De intervención para Su manejo y control” en Revista Española de Pedagogía, Universidad Complutense de Madrid 1982, esperando te sea de utilidad, sería interesante nos compartas como lo usarías.

Mil gracias por leerme.

Atte., Hilda María de Jesús Zepeda Cruz