Porque la terapia psicológica es una herramienta valiosa.

 

Por Laura Cano Ortiz.

 

Por Laura Cano Ortiz.

He sido paciente de terapia psicológica desde los 15 años. Me parece que todo empezó un día que comencé a llorar y no pude parar, deje de ser funcional a tal punto que deje el primer semestre de la preparatoria y no por decisión propia, mi papá decidió que la situación por la que pasaba estaba realmente complicada y me dijo que ya no iría a la escuela, no definitivamente, pero al menos en ese momento no era la mejor opción.

No, este no es un artículo sobre mi biografía, sin embargo, considero que muchas veces lo que el autor dice tiene mucho que ver con la historia de vida, así que continuaré. Pase por muchos terapeutas a lo largo de los años, algunos psicólogos, algunos psiquiatras, mujeres y hombres, tomé medicamento por largos periodos de tiempo, deje de tomarlo sin autorización de nadie, luego volví con otro diferente solo que un día, tenía yo casi 32 años, acostada en mi cama poco después de volver de mi trabajo algo en mi interior dijo, debe de haber otra manera de vivir, esta no puede ser la única, es decir, algo diferente a culparme por todo lo que pasaba, maximizar las “cosas malas” y minimizar las “cosas buenas”, cometer errores y castigarme terriblemente por ellos, compárame constantemente, sentirme insuficiente o incapaz de realizar las actividades en mi trabajo (en el que tenía en ese momento o los que tuve en el pasado), sentir que no merecía las cosas agradables que me pasaban.

Por primera vez, 16 años después de la primera vez que fui a terapia tenía claro el motivo de consulta para volver a terapia, realmente sabía que era lo que queria trabajar en la terapia y acudí a ella en busca de miles de respuestas y lista para resolverlo todo rápidamente, lo sé, y lo sabes, esto no es mágica. Así que resolverlo todo y rápidamente no aplica en la terapia psicológica.

La realidad es que, como bien lo dice Gottlieb (2021) en su libro el problema que muchas veces plantea un paciente en terapia no es el “problema” real, e incluso la solución que busca tampoco es la solución real.

Cuando llegas a terapia puedes aprovechar el tiempo e invertir en ti comprometiéndote contigo, mostrar tu parte vulnerable, tu parte frágil, la que no le muestras a cualquiera, decir cosas que te duelen, hablar de situaciones que no te gusta recordar, mostrarte como realmente eres, sin mascara, sin querer agradar, porque finalmente el espacio que hay en una sesión terapéutica no es para juzgar, señalar o regañar, sino más bien para que mediante a tus palabras puedas irte dando cuenta de cosas que no habías detectado, que tal vez ya sabias pero podías o no querías aceptar, incluso de expresar algo en voz alta que nunca habías dicho y por el simple hecho de hacerlo puedas darle un significado diferente. Si, para algunas personas puede sonar aterrador, para otras tal vez parecería muy fácil, pero cuando estás ahí, ni es tan aterrador, ni es tan fácil. Lo mejor de todo es que no lo haces tu solo o sola, lo haces en compañía de un terapeuta, no quiero que sea una persona experta en el tema, porque experto en el tema de tu vida solo tú. Es por eso por lo que la única persona que puede hacer algo por ti eres tú mismo.  Y si, suena a cliché, pero más que cliché puedes enfadarte mucho, en una ocasión al preguntarle a una terapeuta que tenía hace años sobre alguna situación que no sabía cómo resolver, y seguramente de insistir en preguntarle sobre qué hacer, me dijo que la única que tenía la respuesta era yo y me enojé, me enojé mucho, pensé que como era posible tal cosa, entonces para que le estaba pagando yo a ella sesión tras sesión si la respuesta estaba en mí.

Sucede que los terapeutas no son Dioses y tampoco tienen la vida resuelta, o sea, no tienen todas las respuestas a las preguntas, porque volvemos a lo mismo, el paciente es quien mejor conoce su vida, claro que el terapeuta tiene herramientas que le permiten detectar ciertos patrones, ciertas cosas que tal vez el paciente aun no pueda ver referente a su historia de vida, pero cada paciente necesita ir encontrando las respuestas. Me gusta mucho como pone la relación paciente-terapeuta Yalom (2007) él prefiere ver a sus pacientes como compañeros de viaje porque con este término se borra la distinción entre él, como terapeuta y su paciente. Así se vuelven dos personas, los dos tienen la condición humana.

Así que con la terapia puedes descubrir tu vulnerabilidad, abrazarla y darte cuenta de que en vez de debilidad es una fortaleza. Puedes conocerte y poder comprenderte, y por añadidura será más fácil comprender a los demás, podrás darte cuenta de que todos y todas tenemos una historia y volverte más compasivo tanto contigo como con la gente que te rodea.

 

Bibliografia.

Yalom, I. D. (2019). El Don de la Terapia. Planeta Publishing.

 

Gottlieb, L. (2021). Deberías hablar con alguien. Urano.

Diplomado en terapia infantil

Atenta invitación

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