Libro práctico de Psicoterapia Gestalt

gestalt-psicoterapia

La psicología de la gestalt o teoría de la forma tiene su punto de partida en los  psicólogos alemanes de principios del siglo XX: Koffka (1973), Kóhler (1963), Wertheimer
(1925) y Brown y Voth (1937).

La gestalt surge de las teorías visuales y auditivas en una época en que los  sentimientos, las emociones y cualquier otro contenido que procediera del interior de la persona y que expresara su personalidad más profunda, no eran tomados en cuenta.
Básicamente sus principios psicológicos partían de estímulos externos. Estos psicólogos experimentaban con figuras externas, en especial las visuales y las auditivas, y no se preocupaban de las figuras que se producen dentro del organismo y que son también
auténticas gestalts, que ya estudiaremos más detenidamente, y en las que puso especial interés F. Perls. De momento entraremos en la teoría de la gestalt tal y como fue desarrollada y expuesta por los primeros psicólogos que la estudiaron.
Tanto Wertheimer, como sus discípulos Kóhler y Koffka, se enfrentaron muy  tempranamente con las psicologías imperantes en ese momento al atacar, con sus ideas y experimentos, las teorías científicas que explicaban los fenómenos psicológicos en función
de los elementos que los componen y de sus combinaciones. Su posición fue precisamente todo lo contrario a lo que predominaba en ese tiempo en el campo de la investigación científica: partía del fenómeno como totalidad.

Wertheimer (1925) señaló que la percepción tiene un carácter de totalidad, y que  una configuración, una gestalt, se destruye precisamente en el mismo momento en que se pretende comprenderla y analizarla a través de la división y la fragmentación de sus partes.
En pocas palabras, si queremos estudiar un fenómeno a través de sus partes, en cuanto lo fragmentamos para estudiarlo lo destruimos.

La psicología de la gestalt ve la necesidad de retornar a la percepción sencilla, a la  experiencia inmediata. Los individuos no percibimos sensaciones aisladas que posteriormente vamos integrando en totalidades, sino que más bien tenemos una sensación
de totalidad.  Por ejemplo, cuando miramos un cuadro, o que vemos primero es la totalidad de  ese cuadro sin más, es decir, un paisaje, un bodegón y, posteriormente, podemos ver las distintas partes de que se compone: si es un bodegón con frutas, primero advertimos el bodegón, luego podemos ir viendo separadamente unas frutas u otras, una esquina u otra.
Pero en cuanto nos fijamos en un detalle, el bodegón como fenómeno y totalidad desaparece.

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