LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EN CASA

LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN EN CASA

BETZABE CORAZAIN CEJA RUEDA

La siguiente es una reflexión sobre problemas que afectan a todo padre o tutor. En tiempos de gran necesidad económica, donde a veces las personas tienen que tomar la terrible y penosa decisión de darle más tiempo al trabajo que a la familia –aunque esto lo hacen precisamente por la familia- nuevos problemas surgen y debemos enfrentarlos de la forma más adecuada posible, empezando siempre por el primer paso: darse cuenta del problema y admitir que lo tenemos.

Vivimos en un mundo que constantemente se vuelve más competitivo y como consecuencia de ello, un mundo en el que cada vez es más difícil salir adelante. No hacen falta datos duros para aceptar que la afirmación anterior es adecuada para describir nuestra situación como sociedad, independientemente de los matices que a esta se le puedan dar.

Se nos presenta, además, el creciente cambio que existe conforme el mundo se hace más pequeño. Las tecnologías cada vez más versátiles y potentes y los intercambios comerciales cada vez frecuentes, tienen efectos en nuestra sociedad. Hoy en día nos encontramos con que lo que está de moda en Francia, también lo está en México al mismo tiempo, también en Inglaterra y en Australia. Facebook, Youtube, Twitter y el internet en general nos hacen estar cada vez más cerca de otros miembros de nuestra especie y esto tiene muchos efectos positivos, pero también puede causar que los individuos se sientan perdidos en un mar de nombres, de rostros. Hoy más que nunca, las personas buscan individualidad y hoy, más que nunca, es difícil conseguirla.

Pues bien, ¿cómo afecta todo esto a la educación? Es simple y aterrador a la vez. Si bien la información es cada vez más accesible, muchas veces los alumnos en las aulas de clases saben menos cosas que lo que nuestros abuelos hubieran sabido a su edad, además, algo que tampoco necesita información detallada o estadística para ser afirmado, es que los pequeños son cada vez más desobedientes, menos disciplinados. ¿A qué se debe este fenómeno? El asunto es que conforme menos tiempo pasan los padres con sus hijos, a la vez que la cantidad de alumnos en las escuelas se incrementan y las necesidades sociales y económicas a cubrir son más demandantes, las personas desarrollan menos curiosidad por temas referentes al cómo ser mejores, -más educados, más críticos, más buenos moralmente- y mayor interés por temas que se relacionen con la obtención del éxito, y con este, los bienes materiales. No es sorprendente, entonces, que la carrera más estudiada en nuestro país sea Administración y gestión de empresas y no una como Historia del arte o Pedagogía.

En resumen, hay un desinterés obligado por parte de las instituciones –tanto la familia como el gobierno y las instancias educativas- en el individuo. Irónicamente, es individualidad lo que todos buscamos, esto repercute y muchas veces esto es precisamente lo que provoca malas conductas entre los alumnos y poco interés en temas de importancia moral y mayor en asuntos materiales. Si uno no tiene nombre frente a la sociedad, lo busca desesperadamente. Esto ocurre con muchas de las personas que pretenden conseguir prestigio por medio de la abundancia económica o el poder dentro de un puesto. En una rebeldía en el salón de clases, se puede ver exactamente lo mismo.

¿Qué solución podemos dar a este embrollo en el que nos hemos metido? El pensador Jean-Jacques Rousseau, (Ginebra, 28 de junio de 1712-Ermenonville, 2 de julio de 1778) una de las figuras más importantes de la ilustración, puede habernos dado una pista cuando escribió en su libro Emilio, o de la educación, lo siguiente:

«El verdadero estudio nuestro es el de la condición humana. Aquel de nosotros que mejor sabe sobrellevar los bienes y males de esta vida, es, a mi parecer, el más educado; de donde se infiere que no tanto, en preceptos como en ejercicios consiste la verdadera educación. Desde que empezamos a vivir, empieza nuestra instrucción; nuestra educación empieza cuando empezamos nosotros; la nodriza es nuestro primer preceptor» (p.16, traducción de Ricardo Viñas).

 Una posible interpretación de lo que nos dice el polímata suizo, es la que nos dice que la educación debe ser tomada muy en serio, no desde que nos adentramos por primera vez en un salón de clases, sino desde que nacemos. Por lo tanto, son nuestros padres y nuestros tutores quienes deben hacer la de maestros, pero, ¿qué clase de cosas deben enseñarnos estos educadores? No parece que Rousseau nos esté diciendo que debemos enseñar matemáticas a nuestros hijos desde muy pequeños, geografía o historia universal. Pero entonces, ¿de qué se trata todo esto? Durante otro pasaje de su libro, en la misma página y mientras hace una crítica de la educación en el aula, parece darnos una pista más:

«[P]puede, imaginarse método más desatinado que el de educar a un niño como si nunca hubiese de salir de su habitación y hubiera de vivir siempre rodeado de su gente? Si da este desgraciado un solo paso en la tierra, si baja un escalón solo, está perdido» (p.16, traducción de Ricardo Viñas).

 Una lectura superficial de esto último nos indicaría que debemos enseñarle a nuestros pequeños cómo navegar en el mundo –en especial bajar escaleras- y si bien no debemos descuidar esto, pues no queremos huesos rotos a la primera que intenten subir un primer escalón, el filósofo nos está señalando que la educación debe consistir en más que sólo temas académicos. No se trata, entonces, de geografía o ciencias naturales, sino de cómo vivir.

Ya bien lo dice la sabiduría popular, o por lo menos esto es lo que repetía la directora encargada de la secundaria a la que me tocó a asistir: “la educación se mama” y es trabajo de padres, madres y tutores en general educar a sus pequeños en temas distintos a los escolares, o bien, integrar nuevos temas dentro de las aulas con gente más preparada. En la sociedad actual y con mucha desventaja por falta de tiempo y energía, nos enfrentamos a un reto que es menester resolver. Nuestras generaciones futuras necesitan de educadores dentro y fuera de casa que sean capaces de darle a los jóvenes dueños del futuro, las herramientas necesarias para enfrentarse no sólo al trabajo de oficina, sino a la vida misma. Los modales, la educación moral, la empatía, la bondad, la generosidad, el amor por la naturaleza, el amor al prójimo, la fortaleza de carácter y la valentía. Todo esto deberán aprender aquellos que quieran escapar de las garras de una depresión en su adultez, de la dependencia de una pareja mal intencionada, de un jefe abusador, de una adicción, de una vida sin sentido frente a una pantalla.

¿Será necesario poner filósofos o psicólogos en los salones de clases? ¿No sería mejor que los padres aprendieran a enfrentar este reto? ¿Deberíamos demandar nuestro derecho a educar mejor a nuestros hijos frente a las exigencias de las empresas e instituciones para las que trabajamos diariamente? Estas preguntas quedan abiertas, sin embargo, el objetivo del presente escrito es poner en alerta a la gente, hacer reflexionar por lo menos un instante a preste su atención a estas palabras y quizá así salvar a unos cuantos inocentes de todos los males antes descritos.

1: http://algarabia.com/top-10/top-10-las-carreras-mas-estudiadas-en-mexico/

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