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El mapa del conflicto: otra alternativa de solución de conflictos en la pareja

Por Claudia Nohemí Plata Balderas

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Por Claudia Nohemí Plata Balderas

El INEGI señala en su encuesta de Población, Hogares y Vivienda que en México al 2013 se registraron 108 mil 727 divorcios, en 2012 fueron 99 mil 509 y en 2011 la cifra se ubicó en 91 mil 285. Algunas de las causas señaladas son: incompatibilidad de caracteres, sevicia, injurias, amenazas, violencia familiar, abandono del hogar, infidelidad sexual o adulterio. Hoy por hoy,  la vida en pareja enfrenta grandes desafíos y transformaciones, partiendo del ritmo de vida acelerado, la constante transformación del concepto de familia, la situación económica del país, el cambio climático, los estragos de un medio ambiente deteriorado, entre otras situaciones que impactan significativamente en la vida del ser humano, su relación con quienes lo rodean y su percepción del ambiente; de ahí que una de las fuentes de origen de  conflictos, suelen ser las diferentes interpretaciones que cada persona elabora de la realidad y aunque el conflicto es un fenómeno inherente al ser humano, que a su vez está atravesado por su historia de vida, la cultura en la que se desenvuelve, el sistema de valores y creencias que lo rige, la concepción de su propia identidad de género, entre otras, resulta complejo encontrar alternativas de solución verdaderamente eficaces; la vida en pareja es el escenario en donde a todas luces se  confirma lo anterior.

 

La mínima o casi nula habilidad de resolución de conflictos, puede propiciar que esta se presente de manera no pacifica, es decir, que de un modo casi imperceptible se haga uso de la violencia; situación que ha sido validada y normalizada en una sociedad que sigue creyendo en la ley del más fuerte, en donde el ejercicio de poder remite a los involucrados a vivir en entornos poco saludables, con un carente sentido de la paz, la igualdad y la justicia. Ante esto surgen diversos cuestionamientos: ¿cómo lograr relaciones armónicas, igualitarias, saludables y generadoras de paz?, ¿es posible resolver los conflictos de una forma pacífica? ¿Pueden las parejas construir dinámicas familiares libres de violencia?.

El conflicto es una interacción entre dos o más personas, en la que cada una de ellas percibe a la otra como amenaza para conseguir sus objetivos o lograr la satisfacción de sus necesidades, es decir, se presenta incompatibilidad entre los fines de cada uno. Casado y Prat, (2014) sostienen que se puede originar por condiciones inherentemente conflictivas como inequidades, pobreza, cambios sociales, culturales, económicos y políticos, entre otros.

 

La diferencia entre el conflicto y violencia, radica en que el conflicto puede presentarse sin llegar a la violencia. En el primero, existen roles intercambiables, es decir, es dinámico, los involucrados tienen la oportunidad de dialogar. La violencia por su parte tiene roles fijos, en donde existe un desequilibrio de poder, cuya manifestación es unilateral y a veces su postura no cambia, la persona que se ve oprimida por la violencia es considerada víctima, la postura es rígida.

 

El  hecho de que los conflictos que se presentan en la vida cotidiana están en constante evolución y siguen una dinámica que conviene orientar a la solución, la línea para que estos se transformen en el ejercicio explícito de la violencia es  muy delgada, es decir,  de un momento a otro alguno de los involucrados en el conflicto puede perder el control y tratar de imponer su punto de vista, haciendo uso de la violencia en cualquiera de sus manifestaciones; es necesario comprender que de hecho la violencia no distingue diferencias entre los individuos, todos son capaces de actuar hasta con violencia extrema, según las circunstancias; de modo que la violencia puede llegar a ser la modalidad relacional que se privilegia.

 

No basta sólo con comprender el conflicto, es preciso también actuar, para esto es necesario contar con conocimientos específicos para intervenir de manera eficaz en la modificación de patrones de interacción conflictiva en las parejas. Al respecto Casado y Prat (2014) refieren que afrontar el conflicto significa comprenderlo, diagnosticarlo y prevenirlo, mediante la prescripción de intervenciones, como la valiosa aportación del Conflict Mentoring, que es una representación gráfica que se trabaja a manera de mapa, compuesto por cuatro grandes áreas que son denominadas cuadrantes, en las que se posicionan la zona de confort de las partes del conflicto. Cada cuadrante tiene características que permiten prever la evolución de las relaciones y sus posibles consecuencias. Dentro de cada cuadrante existen tres posibles posiciones, que caracterizan un estilo conductual típico de las personas dentro de la dinámica, en cuanto al estilo relacional y conflictual. La aplicación del mapa pone en evidencia, de manera pedagógica, cuales son los errores que se produjeron en el desarrollo del conflicto, lo que permite que los involucrados detecten los elementos que agravan el conflicto y de manera inmediata da la posibilidad de intervenir para corregir la dinámica.

 

La intervención desde el modelo del Conflict Mentoring, tiene tres etapas:

  • Compresión profunda del conflicto: Las implicaciones son: analizar el escenario del conflicto, diferenciar los problemas de los conflictos, identificar si hay capacidad de gestión del conflicto, detectar si el conflicto es un síntoma de una situación no resuelta, comprender que requiere de intervención inmediata, reconocer si se cuenta con los recursos necesarios para resolver o si se requiere de la intervención de especialistas.
  • Diagnóstico de la situación: Para ello es necesaria la recopilación de las versiones sobre el conflicto, el análisis de las historias, la confección del mapa, el análisis del proceso evolutivo y dinámica del conflicto y la validación de las conclusiones.
  • Intervención: Esta fase da inicio incluso cuando los implicados realizan el diagnóstico y validan las conclusiones del conflicto, lo que permite determinar las acciones a realizar en la intervención.

 

Y aunque al principio este modelo fue diseñado para la resolución de conflictos en las grandes empresas, los creadores fueron sorprendidos por su enorme aplicabilidad, que puede extenderse a cualquier tipo de relación humana, especialmente a las relaciones de pareja; lo que representa una gran herramienta ya que las relaciones dependen de nuestras reacciones emocionales ante cada situación, pero lamentablemente, no hemos sido educados para distinguir que estamos sintiendo cuando estamos sumergidos en el conflicto. Generalmente al atravesar por un conflicto los involucrados pueden experimentar confusión, desorientación y dificultades para comprender la conducta del resto de los involucrados.

 

El entrenamiento en la aplicación del mapa del conflicto en la dinámica familiar y de pareja, cuyo objetivo no es señalar culpables, o asignar roles de bondad o maldad a los participantes, al contrario la intención es generar un sentido de responsabilidad, visibilizar que la tendencia natural de la convivencia es lograr el crecimiento y la cooperación, pero sobre todo que las parejas se autorregulen y resuelvan adecuadamente sus diferencias, proveyendo gráficamente la ruta hacia el crecimiento y da la pauta para crear acciones o repertorios de repuesta, de ahí que la solución adecuada de los conflictos redundará en satisfacción personal, relaciones más saludables, paz, justicia y estabilidad social.

 

 

Referencia bibliográfica

  • Casado, L. Prat, T. (2014). El mapa del conflicto. Prevenir y afrontar conflictos. España. Editorial Profit.

Diplomado en Terapia de Lenguaje

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