¿Cuántas veces  grita, amenaza, chantajea a los alumnos para que estén atentos a la clase?,  ¿Cuántas veces se tiene que salir unos minutos a respirar y preguntarse, qué hago aquí? ¡Que alguien me ayude! ¡No me gusta este grupo! ¡No quiero continuar así!,  al mirar a través de la ventana del salón,  puede observar todo el panorama general,  los alumnos no están poniendo atención, platican en voz alta, algunos se levantan a inquietar a sus compañeros, otros giran alrededor de su banca sin parar, otro come anticipadamente su lunch, esperando no ser visto por el docente, está el pequeño que saca punta a su lápices o colores todo el tiempo y claro no podía faltar el grupo de pequeñas que se quejan insistentemente una de la otra porque se miraron feo,  y en la esquina superior derecha, como un rayito de luz en el salón,  se ubica aquella alumna que está atenta y le mira entre angustiada y esperanzada en que la clase continuará.

Es entonces cuando recuerda la parte maravillosa de ser docente, de compartir, de acompañar, de ayudar y el motivo principal por el cual se encuentra ahí, el de formar seres humanos íntegros y comprometidos con su entorno, ardua labor hoy en día.

Actualmente los docentes se enfrentan con una sociedad en la que los valores no son la principal guía en el actuar, las familias están compuestas por padres en las que ambos salen a trabajar dando prioridad al tener y no al ser, son los abuelos, tíos e incluso vecinos, quienes atienden al niño en sus necesidades, y eso,  si bien les va, ya que hay niños que permanecen solos la mayor parte del día esperando a que uno de sus progenitores llegue a tiempo para darle de cenar,  y están los otros, que permanecen en estancia escolar hasta después de las 7:00 pm; en cualquiera de los casos mencionados lo que se procura es “cuidar al niño”,  proveerle de lo necesario y esperar a entregarlo lo más rápido posible.

Bajo estas circunstancias los docentes se enfrentan con niños que requieren atención, cuidados, amor, guía, que se les enseñe valores y no solo explicados, sino que sea ejemplo de ellos, alguien que le marque límites en su actuar, y además que le ayude a construir los concomimientos  propios del ámbito escolar.

Considerando todo ello, mantener una disciplina adecuada en el aula se vuelve todo un reto,  actualmente se cuenta con más información de apoyo ante la indisciplina dentro del salón de clase y cómo darle solución.

Al iniciar un nuevo ciclo, es indispensable que el docente se reconozca como líder ante su grupo, los acuerdos del salón de clase se realizan en conjunto, docente y alumnos, estos últimos al participar en ellos, se hacen responsables de lo estipulado así como de las consecuencias, no es algo que determina el docente, sino que fueron situaciones y consecuencias planteadas por ellos mismos, cuidar que todos los alumnos del grupo sin excepción participen; esto repercute sobremanera en su forma de actuar ya que se sienten tomados en cuenta y les da ese sentido de pertenencia al grupo.

En el caso de no llevar a cabo alguno de los acuerdos, es importante que se cumpla con la consecuencia concertada de forma inmediata, esto le informará al alumno que los compromisos que adquirieron son importantes y que las consecuencias son reales;  con ello se están marcando límites y el docente se muestra como una figura de autoridad y credibilidad.

Otros elementos indispensables para una óptima disciplina grupal es la formación en valores, se determina cuáles se requieren fortalecer a partir del diagnóstico grupal, de la observación de cada alumno y de su comportamiento en grupo,  aquellos que se decida fortalecer, más que el concepto, que también es importante que conozcan los alumnos, es indispensable llevarlos a la práctica, que los reconozca como elementos indispensables ante su actuar, como apoyo y guía para la reflexión antes de llegar a una decisión.

Mostrar verdadero interés ante la indisciplina del alumno, generalmente en ello hay una petición de ayuda, preguntar ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar? Observo que has estado… (Describir la situación observada, por ejemplo; que te paras constantemente a visitar el lugar de tu compañera fulanita, ¿hay algo que deba saber?, en otras ocasiones basta solo con escuchar  al alumno y hacerle ver el ser humano valioso que es, otras más en las que proporcionarle alternativas de cómo  conducirse o que ellos mismos sugieran nuevas formas de proceder ante una misma situación, transforma su actuar.

En conclusión para obtener una óptima disciplina dentro del aula es indispensable que desde  el momento en que el docente se presenta en el aula lo haga como la figura de autoridad que es, promover la participación de los alumnos en los acuerdos y compromisos para un mejor clima dentro del aula, en caso de sobrepasar alguno de los acuerdos, aplicar su consecuencia de forma inmediata.

Ser ejemplo de cómo los valores guían el actuar docente y ayudar  al alumno a que se apropie de ellos, a través de las situaciones  mismas que se suscitan dentro del aula.

Por último y no menos importante que el docente diseñe estrategias de aprendizaje en donde el alumno sea participe activo de la construcción de sus conocimientos y que identifique las debilidades y fortalezas de cada uno de sus alumnos.